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Para mi pequeña Lauren Michelle Jauregui.

Con amor, mamá.

27/06/98 ~ 27/06/08

—¿Entonces dices que esa es tú fecha de nacimiento y ese tú último cumpleaños?— leí la dedicatoria de aquel libro del que me hablo.

Me había llevado a ver su casa. Ella es muy creativa e inteligente, ha construido una casa playera muy bonita sin necesidad de ayuda, y es fuerte su pequeña casa, hasta se había hecho un  sofá. Tenimía algunos instrumentos de cacería, no me se los nombres pero se ven peligrosos y letales. Había sacado una maleta y estaba enseñándome sus cosas, las cuales no eran muchas.

—Eso creo, es lo único que tengo, lo que me ayudo a saber mi nombre.

—Y tú fecha de nacimiento— agregué — ¿Cómo haces para no volverte loca aquí sola?

—¿A que se refiere?

—Que has estado aquí sola por tantos años, yo no podría soportarlo, eres una persona muy fuerte.

—Ah eso, señorita Camila, no he estado sola, he estado con todos los animales, y aquí hay muchas cosas por hacer— a pesar de ella tener aquí muchos años era una persona respetuosa y educada.

—Ya veo. Tengo otra pregunta para ti, espero no te moleste ¿Cómo lograste hacerte amiga de un puma?— esto aún no me cabía en la cabeza, ella tenía al puma tan mansa como un cachorro.

—Me acuerdo que el primer día que estuve aquí llore casi todo el día, creo que hasta el segundo día también hice lo mismo, Minina llego arrastrándome un mango con su cabeza, ella era tan pequeña y pensé que era un lindo gatito. Creo que desde ese momento nos hicimos amigas, ella no tenia a su mamá y yo tampoco—  me contaba con una sonrisa triste. Sentía mucha pena por ella y todo lo que le ha pasado en estos años.

—Vaya es una, gran historia. Gracias por salvarme de caer por aquel mirador, pensé que estaba pérdida— aproveché el momento para agradecerle.

—Yo lo hice porque no estaba usted haciendo nada malo y mi Minina iba a atacarla, le pido disculpas señorita Camila, ella es buena— defendía a su Minina de nuevo, lo que me pareció lo más tierno del mundo.

—Lo sé Lauren. Yo trataba de ver una caída de agua que creí haber escuchado.

—Si, hay una muy grande ¿Quiere verla?— su estado de ánimo cambio muy rápido, ahora estaba sonriendo como si no hubiera mañana.

—Si me gustaría.

Se levantó de un brinco y me tendió su mano, podía notar un leve sonrojamiento en sus mejillas. Acepté su mano claro que si; ella como que estaba muy emocionada porque me jaló y salió corriendo haciéndome correr junto a ella. Ella corre muy rápido, me cansé después de escasos minutos, y eso que yo pensaba que era buena para correr.

—Lauren, espera— la jalé de nuestro agarre, ella se detuvo un poco torpe.

—¿Que sucede señorita Camila?— ella se veía tan fresca como una lechuga, como si estuviéramos caminando tranquilas por la selva. En cambio yo estaba echa un lío, jadeando como una demente— ¿Se siente bien?

—Si es que...— tomé un poco se aire— no estoy acostumbrada a correr tan rápido— sonreí para que su cara de preocupación se fuera.

—Puede montarse en mi espalda, yo la llevo— se agachó sin yo haber aceptado.

—No Lauren, no es necesario que hagas eso.

—Claro que si señorita Camila, le he visto hacer esto a los monos, cuando el pequeño está cansado el grande lo carga— estaba diciéndome en pocas palabras enana, pero lo he dejado pasar porque ha sido una buena y tierna explicación.

Mi Niña Salvaje  |  CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora