Mi Niña Salvaje | Camren

50

Para Desconocido:

—Por favor, ya deja de escribirme.

Número Desconocido:

—Es que ya no me aguanto.

Para Desconocido:

—Busca la manera. No quiero que me pille de nuevo y tener que mentirle.

Número Desconocido:

—¿Tan importante es? No te esmeres, que pronto podrás dejar de ocultarlo.

Para Desconocido:

—Deja eso en mis manos, no quiero problemas, hay tantas cosas que no sabes y te las diré a su momento. Por favor, tienes fecha de cuando será adecuado.

Número Desconocido:

—No te tomes atribuciones que no te corresponden.

Para Desconocido:

—Me las tomo porque la quiero, es algo importante para ella Taylor. No quiero inventarme algún cuento si descubre otro de tus textos. Este es el fin de nuestra conversación, dejalo mejor así, por su bien.

Y si respondía pensaba ignorar sus mensajes.

—¿Camila?— oí a Lauren llamarme.

Estábamos en una tienda playera bastante exclusiva se podría decir, los precios también eran exclusivos. Pero eso era lo de menos, traer a Lauren a comprar un traje de baño es por lejos la mejor idea que he tenido en estos días. Lauren es muy indecisa a la hora de elegir alguna prenda, la tienda es grande, y aparte de eso no se decidió por uno hasta pasar unos 20min, los cuales fueron la única cosa negativa de venir a este lugar.

Lo que me gusta de los lugares exclusivos es que se puede probar este tipo de prendas con la mayor seguridad, y en eso estaba, sentada en un cómodo sofá esperando a Lauren que saliera, ignorando el altercado de los textos, porque ella no me dejó ayudarla a amarrar el bonito traje de baño que escogió y me hizo esperar una eternidad para verla.

-—¿Si...— respondí quitando la vista de mi móvil— amor?—

Poco me importaba la pequeña discusión por textos que tuve hace unos segundos. Ahora toda mi atención volvía a ella, como siempre; me dejó sin aliento y mirándola como boba, ese traje de baño completo negro con diseño tropical amoldado a ese cuerpo de diosa que tiene. Su escote provocó que me lamiera los labios. Ganas tenía de ir a lamerle sus costados, los cuales los tenía descubiertos por el diseño. Me aproximé hasta ella, tomé su mano y le di media vuelta. Señor, que creación más perfecta. Tengo tantos pensamientos lascivos e impuros de cosas que podía hacerle justo ahora.

—¡Dios mio, que mujer!— me encontraba embelesada por la belleza frente mis ojos—Te ves como una diosa— tomé la libertad de pasear mis manos por su espalda y cintura—. Me gusta tanto como se te ve, te ves tan sexy amor— terminé de darle la vuelta. Me miraba con una sonrisa; sus mejillas cogieron ese color carmesí— ¿Te gusta como te queda?

—Es muy cómodo, se pone fácil...— dice como si nada.

—Y se quita aún más fácil— interrumpí su observación para aclarar ese pequeño punto. Yo tenía la ventaja en altura por traer zapatos altos y ella andar descalza, eso me gustaba.

—¿No te parece que estoy enseñando mucha piel?— se rinde al hecho de tener que cruzar los brazos alrededor de mi cuello y elevar un poco su mentón para lograr mirarme.

—Sinceramente, a mi me encanta la piel que estás enseñando, lo que no me gustaría son los mirones. Pero si no te sientes cómoda puedes probar otro, no hay problema, es con lo que te sientas segura, no con lo que a mi me guste— su seguridad antes que todo. Ha cambiado eso en ella, recuerdo que le encantaba ir al aire libre por la vida.