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Después de la cena más silenciosa que he tenido con mi familia subí con Lauren rápidamente. No me encontraba de ánimos ni siquiera para mirarlos, y a las únicas personas a quien les dirigí la palabra aparte de a Lauren fueron a Beth y a Sofi.

Todavía está ese algo, me convenzo a mi misma que mamá no es mala e incluso Lauren me dijo de la manera más sutil que las cosas que pensaba no tenían sentido, y le doy toda la razón, yo también lo pensaba. Pero todavía tengo ese resentimiento, que aunque lo evite siempre habrá situaciones así con mi madre y las secuelas de sus acciones anteriores se harán presentes. Creo que eso es lo que realmente no me deja avanzar sin sobre pensar tanto las cosas.

Veo a Lauren a través del espejo mientras lavaba mis dientes, tiene una coleta algo desordenada, no se la hace a propósito, aún no aprende como hacerla del todo. No me importa que nunca aprenda, se le ve malditamente bien.

Digamos que volvimos a nuestra rutina, ambas en una misma habitación, ya casi listas para dormir luego de la montaña rusa que fue este día.

—No fue tan difícil— dice apoyada desde el marco de la puerta. Incluso tiene solo la camisa del pijama de conejos tan tierna, eso no cambia que la vea condenadamente sexy.

—Creeme que estaba conteniendome—  lavé mis manos por ultima vez y cerré la llave.

—Lo sé— rió—. Es divertido cuando te das cuenta de las cosas— está también su progreso a la hora de desenvolverse, hemos avanzado mucho y me lo demostró hace un rato siendo más madura y lista que yo.

Salgo y apago la luz, tardo unos segundos para saber que me sigue y un par más para que sienta su agarre en mi cintura y sus besos en mi mejilla. Tal contacto me produce cosquillas y eso hace que eche la cabeza a un lado y sin mi consentimiento le doy acceso a mi cuello, ella por supuesto no lo deja pasar.

Me dejo llevar, de por si al apagar la luz del baño quedamos a oscuras y si le agregamos que tengo los ojos cerrados por sus labios calientes en mi cuello puedo estar dando pasos hasta el balcón de mi habitación, que gracias a Dios por darme una pizca de razonamiento siempre la cierro en las tardes por seguridad.

—¿Recuerdas que te dije que no le tomaras tanto gusto?— tampoco es como si yo me estuviera negando a que me besara.

—Recuerdo haber ignorado esa petición, lo recuerdo tan bien porque voy a repetirlo justo ahora— amo lo descarada que se ha vuelto. No me preocupa, sé que detrás de todo lo nuevo siempre estará mi niña inocente y tímida.

No le pongo ningún pero y dejo que siga lo que hace, nadie me certifica que terminaremos desnudas y jadeando enredadas en las sabanas. No lo descarto, es una posibilidad.

Como no puedo ver ni mi sombra, caigo de boca en la cama. Por lo menos caí en un lugar seguro. Lauren que tiene más destreza que yo de seguro aún sigue de pie al borde. El pequeño incidente no la hace parar, eso me gusta, por lo que cuando logro ponerme en una posición que se supone queda frente a ella ya siento su peso en la cama.

—¿Te molestaría que te falte el respeto nuevamente?— logra adentrarse entre mis piernas— Quiero tocar todo tu cuerpo, besarlo todo, me encantas— rozaba sus labios en mi cuello e iba en ascenso, erizando los vellos de mi cuerpo—. Me encantas— susurró sobre mis labios antes de unirlos.

Esta vez tengo un poco más de confianza sobre que hacer con ella, sé que puedo tocarla y besarla donde me de la gana como ella puedo hacerlo conmigo.

Le deshago la coleta que traía y la beso anímicamente. Hundir mis dedos en su cabello se ha vuelto una de mis cosas favoritas. Su boca me recibe gustosa, ansiosa, me acuesta abajo de ella y sus calientes y mentolados labios me cortan la respiración. Meto mis manos por debajo de su camisa y comienzo a tocarla, ella siempre tiene esa calidez en su piel que al contrario de mis manos siempre están frías, es por eso que se contrae a cada toque, a cada roce.

Mi Niña Salvaje  |  CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora