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No sé de donde salió ese pato que Lauren correteaba por el parque, ni siquiera hay un lago cerca. Me divertía verla correr, y no sé si los patos siempre tienen esa expresión de miedo que me hacía tanta gracia.

—Vas a hacer que al pobre pato le de un infarto— destapé el empaque de uno de mis pastelitos—. Correlo para acá, necesita recobrar energías.

Como le dije lo hizo. Es un pato mal educado, le ofrecí de mi pastelito y me picoteó la mano, casi se roba todo el empaque y salió corriendo. Cobarde.

—Creo que ya es mucho por hoy, ese pato se hace el difícil, no quiere ser mi amigo— se sentó a mi lado, y tomó la lata de su jugo de mango.

—Déjalo, él se lo pierde.

—No puedo abrir esto— con el dedo pulgar trataba de hundir por donde sale el jugo.

—Es que lo estas haciendo mal, mira como se abre— ya valía todo, ciertas cosas que hace me dan mucha risa y no puedo evitar reírme—, tomas este gancho y lo jalas para arriba— le hice la explicación con mi lata vacía—. Dale, inténtalo tu.

Adorable es como se veía peleando con la lata. Eventualmente la abrió, pero estaba ejerciendo tanta fuerza que la lata casi se le sale de la mano y botó la mitad del jugo en la grama. Mi mano reposó en mi cara por unos segundos por el desastre, Lauren es como estar con los tres chiflados al mismo tiempo.

—Se acabó muy rápido— volteó la lata, de la cual no salía ni una gota de jugo. Ni disimulaba en reírme.

—No importa, compré agua por si nos da sed más tarde— le quité la lata de la mano y la guardé en la bolsa con las demás cosas—. Me costó mucho abrir mi primera lata, papá lo hizo por mi hasta los 10— le conté, por si se sentía mal.

—Debilucha— golpe bajo, justo en el corazón.

—¡Oye!— la empujé, o eso creo, ni se movió.

—Es un bonito día— cambió el tema drásticamente—. Te ves radiante, como el Sol— aquí viene el sonrojo, no Dios, cada cumplido que me hace en mi cara se siente como fuego y en mi estomago como tormenta—. Mi Camila bonita— me escondí en su cuello, no quería que me viera tan sonrojada, tengo años que no me siento así.

—¿De dónde estás sacando todas esas palabras?— tiene ese aroma a chicle que me gusta.

—Cuando te veo me caen del cielo— es una romántica en proceso. Estoy perdida, aborten, repito, aborten.

—Eso pude deducirlo, cuando te veo es fácil decirte cualquier cosa, me dan ganas de adularte todo el día. Me refiero a que, te he oído usar ciertas palabras, y ciertas expresiones, algo... inusuales en tu vocabulario, creo, son cosas que te he oído decir estos últimos días y no tenía idea de que estuvieran en tu conocimiento.

—He estado aprendiendo— mi mano está en el dobladillo de su camisa, jugando con el.

—¿Cómo?— sé que sabe leer, me pregunto si le habrá pedido algún diccionario a papá.

—Internet— casi me ahogo de la impresión ¿Cómo sabe lo que es el internet?— Dinah me ha prestado su móvil, y he buscado muchas cosas— respondió como si leyera mi mente.

—Me va a oír cuando la vea— es una irresponsable, el internet es bueno y malo a la vez, quién sabe el tipo de cosas que Lauren vió por ahí—¿De eso se trata lo que dijo en lo habitación sobre el historial?

—Si. Ella me dijo que sería nuestro secreto ya que te ibas a molestar cuando lo supieras ¿Estás muy molesta?— pasó su dedo por toda mi columna vertebral y me contraje— Estás algo tensa.

Mi Niña Salvaje  |  CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora