25

16.4K 1.1K 220
                                        

—¿Segura de que me veo bien?

Me miraba en su espejo, un vestido rojo hasta más arriba de mis rodillas y unos molestos tacones. Aunque no me termine de gustar la idea de usarlos son bonitos y quedan muy bien con el vestido. Me gusta como mi cara ha quedado, lo negro alrededor de mis ojos y el marrón claro con brillo de mis labios, Dinah dijo que no era necesario ponerme rubor en las mejillas ya que estoy sonrojada la mayoría del tiempo y eso me molesta.

—Obvio que has quedado bien, todo un bombón— me gusta esa palabra, bombón—. Además te he arreglado yo, es un hecho de que quedes irresistible— Dinah tiene muy buena autoestima, o así se dice—. Ya Camila debe estar muriéndose esperando— Camila.

—Uhm... Dinah, ¿Puedo contarte algo?— volteé a verla. No sé si sea adecuado contarle, porque no es algo normal, creo que no es normal, y tampoco puedo hablarlo con Camila ya que ella es parte de todo.

—Claro, cuentale a la tía Jane lo que quieras— se sentó en su cama gigante acomodando su vestido blanco. Dinah ha sido muy buena conmigo y con mi Minina así que no tendré miedo de contarle.

—Yo creo... bueno no sé yo creo que... yo hice ¡Ugh!— es difícil explicar algo cuando no sabes por qué lo sientes ni por qué pasa, y cuando no sé las cosas me pongo nerviosa y me quedo pegada al hablar, me molesta que eso me pase.

—Tranquila, no tenemos que hacer esto algo complicado, hiciste algo. Sólo dime lo que hiciste, es sencillo, no importa lo que sea, es difícil correr con unos de 15 cm— tocó sus pies, señalando lo grande que era su tacón, yo no podría nunca caminar con eso.

Me tomé mi tiempo en organizar lo que iba a decir, también me daba vergüenza hablar de eso, hasta me daba vergüenza pensarlo y sentirme especial cada vez que lo recuerdo. Respiré hondo y cerré mis ojos un momento.

—Besé a Camila en la cocina, aquí en tu habitación, en el hospital y esta mañana frente al señor Alejandro— abrí mis ojos nuevamente, encontrándome con que Dinah estaba como muda, hacía como para hablar pero no decía nada.

—Vaya, eso es bastante... inesperado— movió su cabeza a los lados, creo que está pensando que decir, no se ve muy sorprendida—. Quisiera que repitieras eso de nuevo para grabarlo— ahora se reía sola ¿Dije algo gracioso?—. Disculpa, tengo algunas preguntas sobre lo que me has contado ¿Puedo?— entrelazó los dedos de sus manos y apoyó ambos codos en sus piernas.

¿Qué tipo de preguntas podría hacerme? De seguro alguna que no sabré como responder, porque realmente no sé nada. Nada perdía con escuchar sus preguntas aunque no sepa responderlas, le digo que si con la cabeza y ella aplaude. A veces me asusta las cosas que hace.

—¿Por qué la besaste?— es la misma pregunta que Camila me hizo aquel día en el hospital— Estoy consciente de que puede ser complicado para ti responder esto, pero tú eres la que tiene la respuesta, nadie más podrá responder por ti.

¿Por qué la besé? Eso es lo que no puedo responderme a mí misma, sentí tanta curiosidad ese día en la cocina que me arriesgue a hacerlo, y lo volví a hacer aquí mismo, probablemente donde estoy de pie ahora, pero esa porque quería, me provocaba hacerlo. Besar en las películas se veía mágico, como algo celestial, desde que veo esos besos, y algunas otras cosas, las preguntas en mi cabeza van y vienen. Besar a Camila se sintió mágico y celestial, me gusta cómo se siente, sus labios me gustan más que el chocolate.

—Yo quería saber cómo era besar, ustedes nunca quieren explicarme las cosas, yo quería respuestas— bajé mi mirada a mis manos— ¿Crees que Camila se moleste por eso? Cada vez que la beso se pone muy rara— la vi aguantar la risa, lo sé por como sus cachetes se inflaron y mordió su labio inferior.

Mi Niña Salvaje  |  CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora