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Su "ya veremos" dio paso a múltiples orgasmos por parte de ambas, el sueño se fue rápido y el deseo entró por la puerta grande.
Me duele el cuerpo como nunca antes y me cuesta mover las piernas. Lauren al momento de la intimidad es una diosa, seguro no tiene experiencia, pero aprende rápido y lo que aprende lo practica bien, muy bien.

Soy yo la que la ve dormir ahora apoyada en mi codo derecho, se ve tan serena y tierna, su cuerpo se levanta al respirar como si tuviera tanta paz en sus sueños. Su negro cabello cubre parte de su cara, se nota lo hinchados que siguen sus labios y sus perfectas pestañas que tiemblan.

—Deja de mirarme— murmura contra la almohada. Abre sus ojos, grises esta vez, me mira y me sonríe.

—No— me inclino hacia ella y la beso cortamente en los labios—. Buen día.

—Uno de los mejores— sonrío de vuelta, pongo un mechón de cabello que cae en su cara tras su oreja—¿Qué hora es?— da la vuelta, quedando bocarriba, su torso está desnudo y de la cintura para abajo está cubierta con la sabana.

—Casi las 9— digo al estirarme a la mesita de noche por mi móvil.

—Estamos a tiempo— ¿A tiempo de qué?—. Lo olvidaste. Hoy, tienes una cita con el doctor, para que vea tu cabeza— abrí mi boca con sorpresa, era cierto, y ni me acordaba.

Mis sentidos se activaron aún más cuando Lauren se estiró, arqueó su cuerpo hacia arriba y exhaló aliviada. Quedó casi descubierta, dándome acceso para mirar su cuerpo desnudo.

—¿Algo que decir sobre estos?— notó todos los chupones que estaban en su cuerpo— Voy a hacerte muchos, por imprudente— ¿Me está amenazando?

—Eso es si yo te dejo— seguí su juego solo por un momento—. A levantarse entonces— aguantando el dolor casi pegué un brinco al salir de la cama. Me cubrí con las sabanas, el frío estaba fuerte.

—Siento que si doy un paso se me parte la pierna— subió sus brazos, en busca de ayuda. Reí, no era para que exagerara tanto.

La ayudé a levantarse. Es una mentirosa, no le duele nada. Se agachó y me cargó como si nada. Al cruzar mis piernas por su espalda sentí que era yo la que me iba a romper.

—Si vas a dejarme— caminó hacia no sé donde besándome, y pronto la fría pared chocó contra mi espalda.

Dejé caer las sabanas, sin tratar de oponerme a su venganza. Poco a poco sus besos fueron en descenso, activando todos mis sentidos. Me despegó de la pared para agarrarme las nalgas y apretarlas a su antojo, por tal cosa eché mi cabeza hacia atrás y le di más acceso a mi cuello, el cual besaba y chupaba sin piedad alguna.

Mordí mis labios cuando su mano tocó mi entrada. Dios, estoy creando a una ninfómana. Sin embargo no pasó a más, mientras mis manos guiaban la cabeza de Lauren para darle la atención que mis duros pezones necesitaban, alguien tocó la puerta.

—Abran, es la policía— reconocía esa voz donde fuera. Lauren me miró confundida.

—Es Dinah. Ve a bañarte, llegaremos tarde— bajé de su cuerpo con mucho dolor y le di un beso largo. Cuando me agaché a recoger las sabanas fue mucho peor.

—Winnona sabemos que estás ahí, devuelve todo lo que robaste de la tienda— gritó Dinah de nuevo y tocó la puerta.

Le abrí la puerta riendo, al instante ella me miró de pies a cabeza con una ceja levantada. Sin pedir permiso entró a mi habitación.

—Que desastre— pateó la camisa que Lauren traía anoche—. Tienes que cambiar esas sabanas y limpiar todo tu cuarto, el olor a sexo se percibe desde la entrada.

Mi Niña Salvaje  |  CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora