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Ella me había atrapado justo como cuando en el juego de béisbol atrapan una pelota que va muy alto en su guante. Ella no había caído conmigo, todo lo contrario, seguía de pie firme conmigo en sus brazos.

—Te tengo— me dijo con una risita. Yo abrí mis ojos cruzandome con el esmeralda hermoso de los suyos—. La flor se ve más linda de cerca— Lauren no estaba dándole importancia a que había caído desde casi dos metros.

—Me duele mi barbilla. Te dije que no podía hacer esto, casi te aplasto al caer— mis quejas eran principalmente de dolor.

—Pero lo ha hecho muy bien, mejor que yo mi primera vez, es muy bueno, hasta ha traído esa flor tan bonita que luce en su cabello— ella no lo veía como si hubiera fallado, lo veía como una gran hazaña de mi parte el que haya llegado arriba la primera vez, no es la primera en realidad, que lo intenté.

—Todo gracias a ti— golpeé su nariz con uno de mis dedos y ella rió.

—Voy a llevarla a que lave sus heridas— empezó a caminar conmigo en brazos.

—Puedo caminar, es sólo mi barbilla— no era necesario que me cargara hasta lo que yo suponía era una laguna.

—También ha lastimado su pierna, no es conveniente que camine—  no me había dado cuenta de eso hasta que ella lo dijo, por eso habló en plural. Estiré mi pierna y lo vi, mi pantaloncillo roto en mi rodilla y algo de sangre, aunque no me dolía nada comparado con mi barbilla.

—No lo sabía.

Sentí que íbamos en bajada por lo que dejé de mirarla para saber hacia donde nos dirigiamos. Un camino rocoso se asomaba y al final estaba la orilla de la caída del agua, se veía más espectacular de cerca.

—Está bien si camino Lauren de verdad, los caminos rocosos son peligrosos— expresé preocupada, estos caminos son resbaladizos y engañosos. Ella hizo como si no me oyera y siguió caminando. Era muy terca— Oye Lauren te estoy hablando— me sigue ignorando mientras camina viendo al suelo para ver donde pisa.

—Ya llegamos— sonrió dejándome a la orilla de la laguna— ¿Quiere que le ayude a lavar su barbilla— me preguntó con dulzura, tomando mi rostro y subiéndolo para ver mejor mi herida. Yo no le respondí jugando el mismo juego que ella, aunque no lo merecía, ella me había ayudado después de todo.

—Si por favor— terminé contestando y su cara se ilumino, ayudarme le hacía mucha ilusión.

—Recuestese en mis piernas— las doblo de lado palmeandolas para que me acostara.

La vi lavar sus manos para luego acumular un poco de agua en ellas. La echó en mi barbilla como una mini cascada, el agua estaba tibia. Pasaba su dedo con mucho cuidado y soplaba, yo mordía mi labio para no gritar, me ardía mucho.

—Le quedara un pequeño raspón señorita Camila ¿Quiere que lave su rodilla también— ofreció ella muy educadamente. Yo tomé asiento, podía lavar mi rodilla yo sola.

—No, yo puedo hacerlo tranquila Lauren, gracias— por alguna razón mi mano se fue hacia su cabello y metí un mechón tras su oreja, le vi sonrojarse creo que por décima vez este día.

Tomé agua de la orilla entre mis manos y la eché en mi herida, por Dios que duele, pero estoy tan agradecida de que no sea alcohol sino agua. La herida queda con un poco de sangre a su alrededor, la cual no se va a quitar con agua y apuesto a que en mi barbilla ha quedado igual. Voy quitando los botones de mi camisa para limpiar con ella la sangre de mis heridas, tengo una camisa de tirantes abajo así que no quedaré expuesta a la naturaleza. Mojé una de las mangas de mi camisa con el agua y comencé a limpiar mi rodilla con delicados toques, sólo era un pequeño raspón que iba a quedar pero había brotado mucha sangre. El agua era tan transparente que no podía reflejarme bien en ella, trayendo como consecuencia que no pueda limpiar mi herida en la barbilla.

Mi Niña Salvaje  |  CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora