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—Te quiero— me dio la cara ¿Está jugando conmigo?—¿Hice que te sintieras triste? Perdón, no quería, sólo quería saber lo que es un corazón roto, te dije que te quería y es de verdad.

Quería golpear algo, no puede hacer ese tipo de preguntas después de ignorarme en la manera como lo hizo.

—Si hasta ibas a llorar— se dio cuenta de la magnitud de la situación—. Fueron preguntas, no vayas a llorar, te quiero mi Camila bonita— su ternura me sacó una sonrisa, y como mis lágrimas estaban a punta cuando parpadee no pude evitar derramar una.

Limpié mi lágrima y le sonreí como estúpida antes de abrazarla. Estaba tan jodida, realmente es profundo lo que siento por ella, tanto que con tan sólo el mal entendimiento de sus palabras me hizo sentir como si mi mundo se cayera en mil pedazos. Realmente me lo creí, me creí que ella se confundió cuando dijo sentirse de la misma manera que yo.

—Eso fue cruel— sus intenciones no eran darme un infarto, ella no es así—, me asustaron tus palabras.

—¿Dudas de que te quiero?

—Lo hago— respondí sinceramente—. Es irreal, tan bueno para que sea cierto, me aterra de que hoy me quieras y mañana te arrepientas.

—Te lo diría, preferiría ser sincera y verte sufrir a mentirte y engañarte. Aún si no te quiero más de la manera en la que lo hago ahora siempre te querré, ¿Se entiende o me compliqué mucho?

—Se lo que quieres decir, comparto tu opinión, y si lo que siento por ti o tu sientes por mi es efímero, de igual manera es un privilegio que estés en mi vida.

—¿Qué es efímero?— la llevé hacía atrás.

—Algo que dura poco tiempo— acaricié su nuca antes de sentarla en la cama y posicionarme a su lado— ¿Quieres salir a dar una vuelta?

—¿A nuestra cita?— miró sus manos con detenimiento.

—Nuestra pre-cita, solamente veremos la ciudad, al único lugar que has ido es al centro comercial, te daré un pequeño recorrido por Miami, si estas de ánimos para salir.

—Si te sientes bien saldremos, no quiero que te pase nada malo conmigo, no sabría qué hacer— sabía que no, soy tan inútil que nunca le he enseñado ni a llamar a emergencias.

—No te preocupes, ya he tomado mis medicamentos, no va a pasarme nada, además, confió en ti para que me cuides como siempre— no me ha mirado en toda la conversación—. Anda, duchate aquí, yo lo haré en la tuya.

—Eres mandona, como tu mamá— reí, no podía estar más de acuerdo—. Te ves imponente cuando estas mandando— he oído muchas palabras nuevas salir de su boca.

—¿Me veo imponente ahora?— negó cabizbaja— ¿Cómo lo sabes si no me estas mirando?

—Mi mente no deja de reproducirte en mi cabeza, y a mis ojos no les gusta ver nada más que a ti, algunas veces no necesito mirarte para saber tus expresiones.

—En cambio tú para mi eres un enigma, aunque no salgas de mi cabeza no puedo descifrarte— levanté su mentón para que nuestras miradas se encontraran, en cuanto eso pasó sus ojos se desviaron a mi frente—. Me gusta cuando me miras a los ojos, me haces perder la noción de todo cuando lo haces— me aproxime a ella, mientras más me acercaba ella más se alejaba.

—Yo... yo, iré a bañarme— no me dejó tiempo de decir ni una palabra cuando ya ella estaba tras la puerta del baño.

No sé que le sucede, desde que salió de esa charla con mamá se ha estado comportando raro, me ignora, evita el contacto y hace esas preguntas extrañas, ¿Le habrá dicho mamá algo malo? Insiste que me quiere y que le gusto de la misma manera, y de cierta forma hay algo más que no quiere decirme.

Mi Niña Salvaje  |  CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora