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Mi ley del hielo hacia Lauren duró un día y medio. Todo un récord, deberían incluirme en el libro guinness. Y es que no lo pude evitar cuando entró a mi habitación quejándose y casi llorando por el dolor de vientre que tenía. Lo peor de todo el caso es que yo estaba en las mismas circunstancias, es como si un ciego intentara guiar a otro ciego.

Para Dinah:

Dime que tienes helado en tu casa, siempre tienes helado.

Dinah:

Si es para que lo comas del cuerpo de Lauren si.

¿Por qué nunca puede ser sería?

Para Dinah:

Te informo que ambas nos estamos muriendo del dolor y quiero helado, no me hagas molestar Dinah Jane.

Dinah:

—Aww que romántico, si hasta menstrúan juntas.

Para Dinah:

No puedes ser más asquerosa. Traeme mi helado antes de que le pase algo a tu disco I Am... Shasha Fierce autografiado por Beyoncé.

Dinah:

Ya Mila :( Ya voy con tu helado.

—Y es muy vergonzoso Camila, Dinah me mostró un vídeo de como tenía que ponerlas— Dinah y sus benditos tutoriales. Ella hablaba desde mi cuello, su respiración me daba algo de cosquillas, las que se me pasaban cuando posaba mi nariz en su cabello y me embriagaba con su olor. 

Ambas estábamos bajo las sabanas abrazadas, leí que si mantenía calor el dolor se iría, no estaba funcionando mucho y lo odiaba, el único consuelo es que la tengo a ella tan cerca de mi como me gustaría tenerla siempre.

—De alguna manera tenías que aprender, a mi me enseñó mi
madre, y tu como estabas en casa de Dinah ella tuvo que enseñarte. Todas pasamos por esto, no hay de que avergonzarse.

—Sigue siendo vergonzoso.

—Si te pidiera que me contaras como hacías en la isla ¿Lo harías?— No es que me interesara saber ese tipo de detalles, es que cuando se avergüenza de algo tartamudea y se me hace lo más tierno del mundo.

—No Camila, te burlarias como Dinah lo hizo cuando se lo conté— no sacaba su cara de mi cuello para hablar, y probablemente sea mi imaginación pero puedo sentir como aspira muy fuerte y luego deja salir el aire lo más discretamente posible.

—Claro que no, puedes contarme y si me río dejo que me golpees— le ofrecí un trato. Además de que si me río corro con la consecuencia de que mis sabanas dejen de ser blancas.

—No quiero golpearte, ya lo he hecho mucho en estos días— aspira de nuevo mi cuello, dejándome segura de que si lo estaba haciendo y no era mi imaginación—. Me enseñaron con hojas de los árboles, pero no con cualquiera, una vez elegí la más bonita y me picó mucho— ya me la estaba imaginando y daba algo de risa, Dinah seguro se dio contra las paredes riéndose—. Fue difícil aliviar el picor, no sabia que hacer.

—¿Cómo lo aliviaste? ¿Te ayudaron las personas con las que estabas?— si me dice que alguien la tocó indebidamente juro que me regreso en el yate para contarle las manos por abusadores.

—No, cuando la sangre bajaba cada cierto tiempo tenía que dejarlos, de las palabras que decían entendí fue alejar y animales.

—Puedo imaginar que ellos creen que las mujeres cuando menstrúan ahuyentan a los animales y les es imposible cazar, uno de los muchos mitos que hay sobre eso— era simplemente mi teoría—¿Entonces estabas tú sola?

Mi Niña Salvaje  |  CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora