Capítulo 18. Su casa.

2.1K 168 7
                                    

Capítulo 18. Su casa.

- ¿Qué? -digo aturdida sin poder coger del todo las palabras que acaban de salir de su boca.

-solo ven. -repite, pero sigo estando en ese estado en el que no sabes ni siquiera cómo te llamas.

Miro hacia los lados pero recuerdo que estoy en mi habitación, espero las cámaras, los paparazis y un reportero diciéndome que esto es una broma y acabo de ganar un millón de dólares. Pero obviamente aquello nunca pasa. Y la voz de Buster se repite otra vez por el otro lado de la línea.

Ahora que lo pienso, ¿Cómo rayos tenía mi número de la casa este imbécil?

-Te espero aquí, vente con lo más feo que tengas en tu armario. Aunque no tendras que esforzarte para ello.

Idiota.

-tú serás...

-Ah, ah. -me interrumpe él. - ¿Cómo se dice?

Ruedo mis ojos y suelto un bufido, escucho la leve risita de Buster y es allí cuando digo las palabras que hacen que mi poca dignidad se haga cada vez más inexistentes.

-Sí, mi amo.

No era necesario preguntarle al suripanto cara de espanto ese que me dijera la dirección de su casa. Más que nada por el hecho de que Buster vivía al otro lado de mi calle, no tenía que caminar más que una simple calle para llegar donde él. Desgraciada sea mi vida.

Aunque viviera al otro lado de la calle, estas casas de este lugar eran totalmente diferente a las de mi calle. Eran un poco más grandes y tenían patios mucho más bonitos. Mi vista pasa por la casa de Buster, estoy justo al frente de ella. Y no puedo evitar recordar todo el tiempo que pase aquí en mi infancia.

Hacía mucho que no venía por estos lugares, y hasta había olvidado el pequeño parque que estaba al lado de su casa, podía ver los columpios donde pasábamos la mayoría del tiempo molestando, sonrio al recordar que Tori se quebró por primera vez su brazo el día en que aposto con Buster a que ella podía columpiarse más alto.

Puedo ver los demás juegos y lo recuerdo todo, las horas infinitas de juego con mis amigos, los momentos en los que había pensado que estaríamos juntos hasta tener ochenta años, esos instantes en los que siempre creí que nada podría separar a la manada.

Vuelvo mi vista lejos de ese lugar.

Suspiro cuando sé que tengo que entrar a esa casa, la casa donde habita el demonio y espera por mí, tal vez para hacerme quemar en las llamas del infierno -ya estoy delirando -a veces me pregunto que tendrá Buster que me hace pensar estupideces.

Supongo que la falta de neuronas es contagiosa.

No puedo dejar que el imbécil me contagie su sarna. Escucho el timbre y espero impaciente, no logro entender para que Buster quería que yo viniera a su casa, pero como tengo que hacer todo lo que ese malnacido me pido no me quedo más remedio que salir de las suaves sabanas de mi cama y dejar mi tarro de Nutella a un lado ¿Qué? ¿Acaso ustedes no se ponen su pijama a las cuatro de la tarde?

No todo el mundo va a fiestas, tienen vecinos más buenos que Francisco Lachowski y viven con seis hermanos tan buenos que hasta yo cometería incesto... ¡Vamos! En mi vida, yo tengo que ser de esclava por un idiota mientras intento ser una zorra para que el chico del que he estado enamorada me preste atención.

-Al fin llego mi mascotica. - ¡Oh no...! ¡Lo ven! Te odio puta vida, ¿Por qué no mandaste un Wade Poezyn que me regalara un convertible y comprara helado? ¡No! A mí me daban una marmota que me veía como su perro faldero.

Si No Te Amara ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora