Capítulo 2. ¿Cómo sería ya no amarla?

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Capítulo 2. ¿Cómo sería ya no amarla?

Buster.

Mamá me acompaña a comprar algunas cosas para el apartamento, realmente una de las cosas que quera evitar cuando accedió a acompañarme era tener que verla mostrándome cortinas de baños con pescados y flores rosas.

-mamá, no es necesario.

-claro que sí, solo hay un baño y van a vivir otras dos personas, ¿no querrás entrar y encontrarte con una sorpresita?

Todo dependía de quien fuera, si era una chica con un trasero como el de Jennifer López no me importaría encontrarme esa sorpresita. Acepto que meta esa cosa al carrito y seguimos pasando por las estanterías para comprar cosas, mamá me dijo que ya había conseguido una chica que usaría la habitación frente a la mía, le pregunte que quien era y solo dijo que era la hija de un viejo amigo de ella que necesitaba donde vivir mientras estudiaba.

No me dijo su nombre, su edad o qué carrera iba a estudiar, y realmente no le volví a preguntar porque solo pensaba en Madisson, me preguntaba en dónde estaría ella, que estaría estudiando o con quien, incluso, mi mente retorcida se la imagino en los brazos de otro chico mientras este la besaba, mi furia crecía y lo mejor era ir y darme una ducha.

No podría imaginarme otra persona abrazándola, besándola, escuchándola reír o simplemente, pensando en ella. Así de celoso me ponía, demasiado, y aun así ella podría estar al otro lado del país o en la misma China, y yo no lo sabría porque ella había decidido no perdonarme y yo decidí callarme.

¿Y para qué?

Para verla feliz, porque de esa forma ella no sabría que había causado la muerte de Tori, o bueno, parte de ella. Porque todos éramos tan culpable como Mad, todos habíamos participado en ese juego que termino muy mal y ahora todos lo pagábamos, pero yo prefería pagar esa pena por Mad que verla destrozada.

-Hijo, ¿estás bien?

- ¿eh? Lo siento mamá, ¿decías algo?

-te preguntaba si querías comprar fundas para tu cama. -ella me señalo una verdes y otras negras, señale las negras y las coloco en el carrito. - ¿todo bien? Estas un poco distraído últimamente.

-solo pensaba en como estarían papá y mi hermano.

-Uh-jum, en serio crees que me creeré eso.

-es verdad. -ella me dio una mirada que decía "está bien, lo dejaremos para después" seguimos comprando las cosas.

Mamá se iría mañana ya que ella tendría que estar pendiente de los negocios de papá, seguimos comprando algunas cosas como una T.V, le dije que gastaría mis ahorros en una para mi habitación, terminamos de hacer las cosas cuando una duda me llego.

- ¿Cuándo traerán mi auto? -le pregunte, mi pequeño auto era una chatarra pero servía para trasportarme, mamá me miro de reojo mientras recibía las bolsas con la compra.

-De hecho... -recibí las bolsas por ella y la observe mientras hablaba. -ya que tu padre y yo no te dimos nada de regalo de grado y tampoco vamos a pagar la universidad queremos darte un auto nuevo.

Detuve mis pasos y la mire, ¿en serio? Realmente no me lo esperaba, yo no les había pedido nada a ellos y tampoco lo quería, gracias a jugar los últimos juegos de futbol en el colegio había conseguido una beca para estudiar en Seattle, fue sorprendente cuando un casa talentos de aquella universidad me ofreció el lugar para jugar en el equipo de futbol de esta universidad y realmente no me lo pensé, papá había estudiado alli y ahí fue donde conoció a mamá e incluso mi hermana. Mike era el único que había decido montar su propio negocio.

Así que por eso ellos tenían este apartamento, los habían comprado para Julieth y ahora me lo habían dado a mí para vivir.

-eso es... gracias, mamá.

-aun no te lo he dado. -sonrió ella, yo me alce de hombros y la abrace mientras ella me alejaba diciendo que no me había duchado aun así que no me le acercara.

Y yo que culpa, si había sido ella la de la idea de ir a las ocho de la mañana a hacer compras, me levanto y ni siquiera me dejo ducharme. Un rato después de comer algo y de darme un baño, nos dirigimos hacia un concesionario.

Yo era un chico y aunque no sabía mucho de autos, si me encantaban. Un señor nos estuvo mostrando varios modelos hasta que por fin me decidí por un precioso convertible color azul plata que mamá termino dándome, me pareció bastante costoso pero ella estaba tan feliz de dármelo que no renegué nada, después de todo, ¿Quién se molestaba porque le dieran un auto como esos?

-te extrañare tanto.

-mamá. -la abrace mientras la acompañaba al aeropuerto. -estaré bien y los llamare.

-tu eres mi niñito. -ella me beso la mejilla y me miro, mire hacia los lados para ver que no hubiera ñadi escuchando.

Eh, que yo era un chico y a pesar de amar a mamá, no quería nadie escuchando su estado de mamá sobreprotectora, y más si decía mi niñito en público.

-ojala pudiera estar contigo cuando llegue tu compañera de cuarto. -dijo de nuevo, rodé los ojos y suspire. -pero tu padre lanzara su nuevo producto de panadería y me necesita allí.

-está bien, yo la recibiré y le mostrare su habitación.

Esta mañana habían llegado unas cajas y mamá me ordeno que las metiera en la habitación que ella misma había organizado para la chica, por tanto esmero que le puso a tenerla bien lista para ella me imagine que debía conocerla y ser muy buenos amigos el papá de la chica y mamá. Casi hasta me pongo a organizarle los cuadros y la ropa demás, pero mamá me regaño y dijo que solo montara su cama y listo.

Tenía demasiada curiosidad sobre mi nueva compañera de cuarto, yo solo quería ver si encontraba alguna foto suya.

-adiós cariño, Te amo. -mamá se fue y yo me quede viéndola, después de un rato al hacerme la idea de que estaría solo en una ciudad, de que no tendría a mis padres, a Max quien ahora estaba en Nueva York y vendría a visitarme pronto y a Madisson de la cual no tenía ni idea.

Con esto rodeando en mi cabeza, solo me fui a mi nuevo apartamento y fui a darme una ducha, estos días había tenido la tentación de marcar el número de Mad pero no era capaz, simplemente sabría que lo mejor era dejar ir las cosas pero si hacerlo fuera tan fácil como decirlo, creo que hacía mucho la habría sacado de mi cabeza.

Salí del baño y puse la toalla alrededor de mis caderas y pensé, ¿Cómo sería ya no amarla? O mejor aún, ¿Cómo sería poder abrazarla en las noches y besarle el cuello mientras duerme? ¿Cómo sería despertar viendo aquel café de sus ojos y poder arrancarle un suspiro mientras la besaba? ¿Cómo sería ducharnos juntos, abrazarla siempre que llegara de la calle y decirle que la amaba cuando viera televisión o cuando estuviera leyendo?

Y ahí me daba cuenta de nuevo que no podría solo sacarla de mi cabeza, si era un tonto que pensaba todas estas cosas. De pronto, el timbre solo sonó y fui a abrir, de seguro seria mi nueva compañera de apartamento, pensé en Madisson y ni siquiera me pregunte como sería la otra chica. No estaba interesado en ella.

Pero cuando mi mano se puso en el picaporte y lo volteo, no espere encontrarme con una cabellera castaña ondulada, con la marca de una piel liza y clara y unos ojos que eran más como la miel que como el roble tristemente ocultados bajo unas ojeras que profundizaban su rostro.


- ¿Mad?

Si No Te Amara ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora