Capítulo 36. Es inevitable*
Nunca, oigan esto muy bien, nunca en mi vida he tenido una C en alguna materia o he de lado de entregar un trabajo al profeso incluso, por si acaso para mejorar mi apodo de nerd, yo le daba ideas al profesor sobre cómo hacer que los exámenes fueran más difíciles. Lo que significaba que yo era una total nerd.
Y nunca yo había sido enviada al salón de castigados, así como lo oyen, no es que haya sido una puritana toda mi vida, además de las terribles cosas que he hecho últimamente y tal vez cuando tenía siete años que le robe unas galletas a la señora de enseguida que dejo enfriando en su ventana.
Y después de todo lo que me ha pasado, pensaras que lo mejor sería un castigo en detención, ¡pero no! Eso era lo peor, porque nunca había ido a ese temible lugar donde los rincones olían a basurero y los puestos estaban todos rayados con penes en su escritorio, donde la luz nunca llegaba ni para encender la lámpara y hasta los profesores temían que estar alli.
Desde la peste más mala de todo el colegio hasta los problemáticos con los cuales no querías ni toparte, en esa realidad alterna que no conocía, yo era como el pequeño ángel que llegaba a iluminar sus aulas, bueno, tal vez no. Pero lo juro, miraba al profesor de química con cara de miedo y puro terror, mientras él escribía una nota y me miraba con pena. Mi saliva apenas podía retenerse en mi garganta y todo mi cuerpo estaba tan tieso, que hasta yo podría haber sido de esas estatuas humanas.
-espero que esto no se vuelva a repetir. -menciono mientras me entregaba la nota de castigo, me señalo hacia el asiento de atrás, el único que quedaba vacío junto a Harry el oloroso.
Y ya sabrán que su apodo no es porque huela a flores, todos los ojos estaban puestos en mi mirándome con total molestia, algunos con odio y el resto, con indiferencia, cuando empezó la clase y Harry alzo sus brazos para recostarse contra la pared, supe que la mosca no había sido la única que se murió en ese momento, tratando de no respirar, abrí mi libro de química sabiendo el terrible que tendría desde hoy.
Llegar tarde a mi primera clase no había sido obviamente lo más terrible, terminar en los baños dándome una ducha en perfume debido al olor de Harry impregnado en mi ropa tampoco, pero tener que soportar a Buster, como que era lo único que deseaba ahora mismo. Por eso, estando más que molesta di media vuelta cuando lo vi hablando con una rubia de piernas largas.
Habían pasado cosas bastante extrañas, cosas que antes ni yo misma me atrevería a imaginar pero que ahora eran inevitable que sucedieran, como que cuando esa mañana, mientras tomaba mi almuerzo y me dirigía hacia la mesa de mis amigos ellos me dirigieran una mirada de pena y los Hill estuvieran mirándome con cierto enojo que no podía distinguir bien ahora, pero el mensaje era claro cuando me acerque, no me sentaría alli.
Todos comenzaron a susurrar mientras tenía los ojos de todos en mí, casi disparándome con sus pupilas y haciendo que mirara todo tan confundido que cuando me acercaba a una mesa vacía, la gente de repente ocupa el asiento y disculpándose falsamente de que su bolso necesitaba más un lugar que yo.
Camine hasta una mesa y coloque mi bandeja, antes de siquiera sentarme, la gente que estaba sentada alli me miro como si fuera la peste con patas y separo alejándose de mí.
Los mire, la confusión llenando cada parte de mí, y fue como un déja vu en ese momento, al recordar casi cuatro meses atrás, cuando todos me miraban y susurraban cosas de mí, solo que esta vez, las miradas eran con un tipo de odio total.
Empecé a comer sintiéndome como en esas películas donde la chica patética está sentada en la cafetería sola mientras todos comen en grupo y se ríen como amigos, no entendía que sucedía, no sabía que pasaba y estaba totalmente asustada, de pronto, unos pantalones oscuros de mezclilla aparecieron en mi visión haciendo que dejara de comer el horrible puré de papas verde que tenía en mi bandeja. Rodé mis ojos al verlo, estaba molesta por alguna razón con él, y no entendía tampoco el motivo de mi irritabilidad.
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Si No Te Amara ©
Teen FictionBaje mis ojos, sin ser capaz de mezclarme con aquel par de esmeralda que brillaban pidiendo ser admirados, no podía, porque verlo era tan doloroso como exquisito, como comer helado cuando sabes que te engordara, como ver una película de miedo cuando...