Capítulo 33. Lo merezco.
Mientras recogía la basura que habíamos dejado, pues como había dicho el señor Collins, los que perdían tenían que limpiar y sí que habíamos dejado mucha basura, pensaba en lo tonto que era esta situación, ¿Cómo podía tener dudas? Era Dylan y Buster, ¿no había que escoger, verdad? Era obvio a quien quería, aunque uno tuviera novia y el otro le gustaba otra chica mientras me usaba a mí, ¿para qué? ¿Calmar sus ganas? Me sentía como un objeto usado, y eso hacía que unas pequeñas gotas de agua salada se colaran entre mi lagrimal y me lastimaran, no lo haría, no es algo que me permitiera a mí misma.
Nunca lo había hecho, ni siquiera el día de la muerte de Tori llore, o cuando mamá se fue, yo nunca llore. No lloraría por un idiota que me veía como su muñeca ahora.
-sí que hay basura esta vez. -escucho que comentan, mi corazón se altera preocupada de que sea de nuevo Buster pero en ese momento, veo una mujer que me sonríe de manera maternal.
Logro calmarme un poco y le doy una sonrisa, pero por alguna razón, mis labios parecen pesar una tonelada y la sonrisa sale siendo casi una mueca.
-sí, hay bastante. -comento bajando la mirada, recogiendo los empaques que veo tirados.
- ¿todo bien? -de pronto, la mano de la señora Collins está en mi hombro y me quedo quieta, su calor hace que me sienta de una forma extraña y que había olvidado hace mucho.
Ella empieza a sobarme el hombro y me quedo quieta, cierro mis ojos mientras los recuerdos vienen a mí, y esto es lo que hace estar sentimental, es como si cuando estas triste vienen a ti recuerdos pasados más tristes y te ponen peor, ¡ugh! La vida es exasperante.
Y no lo noto, pero de un momento a otro estoy en el pecho de ella llorando sin saber cómo es que he llegado a esto, o la razón por la que lloro, si es por mi madre o por Tori, pero una parte interna de mí, esa parte que rara vez me gusta aceptar, me dice que es por los sentimientos confundidos que me frustran y por Buster, él tiene la culpa siempre de todo lo que me sucede, y odio, odio sentirme de esta forma por él.
-está bien, pequeña, ya estoy aquí.
El aire se vuelve áspero cuando la sangre sale por mi dedo, las lágrimas caen mojando la herida haciéndola más dolorosa y no puedo evitar no llorar. De repente, unas piernas largas aparecen a mi visión haciendo que me calme con tan solo el sentido de su presencia, ella llega y me abraza, mirándome de forma dulce y besando mi dedo que sangra, me brinda una sonrisa que es el calmante para mis lágrimas por fin.
-está bien, pequeña, ya estoy aquí...
-gracias. -le digo a la señora Collins separándome de ella cuando su recuerdo llego a mi mente disparatándome, pero al contrario de separarme, me sostengo más a ella como si ese recuerdo fuera algo que no quisiera dejar ir, y mucho menos, este momento.
Las maletas se encontraban bien derechas al lado de la puerta y los pasos se apresuraban moviéndose con agilada por toda la habitación, mientras me quedaba sin aire mirando todo y mirando nada, estando alli como una sombra que desaparece y al mismo tiempo, como un cuerpo visible ante todo. Hasta que sus piernas volvieron a aparecer en el rango de mi visión, ahora las lágrimas no lastimaban mi herida, sus lágrimas lastimaban algo más en mí que no podía saber con claridad qué, y sus ojos aparecieron, tan iguales a los míos, de ese café claro parecido al chocolate que ella hacía en las mañanas.
-lo siento. -dijo sin aliento y apretándome en sus brazos. -cuando llores, ya no estaré aquí, perdóname algún día.
Y tomando las maletas de la entrada, vi sus largas piernas alejándose, para nunca volverla a ver.
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Si No Te Amara ©
Teen FictionBaje mis ojos, sin ser capaz de mezclarme con aquel par de esmeralda que brillaban pidiendo ser admirados, no podía, porque verlo era tan doloroso como exquisito, como comer helado cuando sabes que te engordara, como ver una película de miedo cuando...