Capítulo 6. La chica del cabello rubio.

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Capítulo 6. La chica del cabello rubio.

Buster.

Corrí hasta esconderme tras la pared y me quede alli respirando agitadamente, cerré mis ojos y empuñe mis manos sin poder creer que estuve tan cerca de sus labios, que rodee con mis dedos su rostro que estuvimos tan cerca uno del otro.

¿Por qué?

¿Por qué amar se convertía tan difícil cuando debía ser lo contrario? ¿Por qué evitar a una persona a veces era tan imposible? No debería ser, solo debería ser sencillo, no amarla, no pensarla, no quererla besar y no tener esas ganas mortales de tenerla junto a mí.

No debería necesitarla, pero ella siempre ha sido como el aire. Tan importante pero tan invisible.

El timbre vuelve a sonar y reacciono caminando hasta abrir la puerta, al hacerlo me encuentro con una chica sonriéndome frente a mí, su cabello rubio cae sobre sus hombros y lleva un sombrero en su cabeza.

-hola, disculpa, ¿eres Buster Collins? -me quedo observándola confundido porque ella me conozca, aun afectado por la cercanía de Mad asiento como si hubiera perdido alguna parte de mi cerebro alli, ¿o fue ese mi corazón? - ¡genial! Vine por el anuncio en el periódico.

- ¿anuncio?

-sí, mira. -ella me señala en las páginas amarillas un anuncio donde se informa sobre habitación para estudiantes y más abajo, aparece el número y la dirección. -así que estaba interesada en ella.

-espera, yo no puse esto. -vuelvo a mirar, ¿pero cómo? En aquel momento mi teléfono suena y miro a la muchacha pidiéndole que me espere, cuando descuelgo la voz de mamá llena mis oídos.

Ni siquiera ha necesidad de repetir lo que me dijo, es obvio que esto era idea de ella, así que hago seguir a la chica sin saber muy bien que requisitos debería pedirle, sin embargo, aunque no quiera ni tenga las energías suficientes para ir a su cuarto, tengo que obligar a mis pies para ir hasta su puerta y tocarla.

Se tarda más de lo esperado en abrir, y cuando lo hace Mad está mirándome sin expresión. Me pongo nervioso, dios santos, ¿Cómo puedo ser tan marica a veces?

- ¿Qué quieres?

-mamá puso un aviso en el periódico para arrendar la habitación que sobra. -empecé tratando de sonreírle como si nada hubiera pasado, ella parecía irritada con mi sonrisa y molesta por algo. -una chica vino, supuse que deberías estar alli para ver si la aceptamos.

-no es necesario, después de todo, yo me iré cuanto antes. -está a punto de cerrar la puerta pero pongo mi mano impidiéndolo. - ¿Qué?

-ven, sé que te iras pero mientras tanto estarás aquí. -le digo. -no creo que te guste compartir apartamento con alguien que no quieras.

Su mirada se concentra en mi por bastante tiempo, se acerca solo un poco, lo suficiente para sentirme tentado a agarrarla de la mano y lanzarla sobre su cama mientras devoro sus labios, pero lo suficientemente lejos para que no sea capaz de hacerlo.

-ya vivo con alguien quien no quiero, Buster.

Aquella confesión hace que una parte de mí se sienta totalmente destruido, pero ¡soy Buster! Nunca me dejaría ver débil delante de una chica, por más que ella sea Mad.

-No te preocupes, princesita. -susurro cerca de ella con una sonrisa de esas que sé que le molestan, pero el lado arrogante de mi me dice que en verdad le encantan y ella se hace la difícil. -el sentimiento es mutuo.

Me alejo unos pasos y le guiño mi ojo señalándole la sala.

-te espero allá. -cuando me doy la vuelta mi sonrisa cae y trato de que la ira no surja, pero es imposible, ella simplemente me saca de quicio.

Si No Te Amara ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora