Capítulo 31. Noche caliente.

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Julieth Collins en multimedia

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Capítulo 31. Noche caliente.

Me remuevo totalmente incomoda, y estoy tan nerviosa que bueno... ¡estoy demasiado nerviosa como para compararlo con algo! Lo juro, estoy peor que cuando tu madre te pilla montándolo con tu novio, Buster dijo que iría para ponerse un pijama y estoy cruzando los dedos para que suceda algo que haga que él no venga ¡no sé! Que se lo coma algún bicho o algo, o que su pijama le quede pequeño y lo asfixie. Bueno, sé que ese tipo de cosas no le pasaría pero ¿ya les dije que estoy muy, muy nerviosa?

La carpa se empieza a mover y miro totalmente asustada hacia ella, se remueve, el viento hace que los arboles hagan ruido y el hecho de que Buster esté a punto de entrar hace que desee cualquier cosa, ¡no lo sé! ¿Tal vez que se aparezca pie grande? Ay no, ¿qué he hecho para tener que compartir carpa con Buster?

"Enfermarte" me dice mi mente, si bueno, parte de la culpa de mi dolor de cabeza y la gripe del infierno es por Buster, ¡toda la culpa la tiene Buster! Juro que escribiré un día un libro y lo llamare La Culpa es de Buster.

Escucho el cierre de la carpa abrirse y cierro mis ojos de inmediato, quédate quieta, no te mueves, recuerda que si permaneces quieta el depredador no te vera como amenaza y te comerá, me digo a mi misma usando los consejos de supervivencia que vi en la televisión.

-Joder, que frio hace. -escucho como dice, pero como no quiero prestarle atención solo hago que estoy dormido, trato de mantener mi respiración acompasada y mi cuerpo quieto.

Pero mierda, cuando Buster abrió la carpa entro algún sancudo porque me está picando el trasero, me mantengo lo más quieta posible obviando el sancudo que debe estar dejándome sin trasero, lo juro ¡me pica demasiado! Y eso no ayuda a mantenerte quieta.

- ¿ya estas dormida? -escucho como Buster dice, trato de mover un poco mi cadera para espantar al sancudo que más bien parece un vampiro pero eso solo hace que me pique más y más, ¡te odio Buster! -así será más fácil hacer lo que tenía planeado.

- ¡no! -me levanto abruptamente mirando a Buster. - ¡no harás nada!

-creí que dormías. -dijo con una enorme sonrisa en su boca mientras se habría espacio en el colchón.

-escúchame bien estúpido pervertido, si intentas sobrepasarte juro que te dejo sin dedos.

- ¡uy! Yo no te iba hacer nada.

-pero dijiste...

- ¡qué mal pensadas eres, caperucita! -se rió él. -yo solo hablaba de esto.

Seguidamente saco una bolsa de dulces y empezó a comerlas, mi cara se tiñe de rosa al ver su enorme sonrisa y apenada por la dirección de mis pensamientos, pero no lo admitiré del muy idiota, además porque siento que me ha salido una roncha enorme en mi trasero y me sigue picando.

Pero no lo hare, no me rascare delante de él. ¡Claro que no! Aunque aún me pica.

- ¿quieres? -me ofrece con su boca llena, yo niego haciendo cara de disgusto y trato de meter mi mano por la sabana para rascar sin que Buster me vea. -tú te lo pierdes.

Él sigue comiendo, en silencio, gracias a dios, mientras yo sigo intentando rascarme sin que él lo note, lo miro para saber que no está mirando hacia mí y por suerte está muy concentrado en acabar con la bolsa de dulces, pero cuando siento que mi dedo ha encontrado el lugar donde pico el animal Buster se sobresalta.

Si No Te Amara ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora