T r e i n t a y c i n c o

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POV Camil

Nos encontrábamos en el parque qué estaba frente al instituto. Caminamos y le dimos varías vueltas sin pensarlo, él era de pocas palabras, yo sostenía la conversación.
Debía animarle a qué no fuese tan tímido conmigo. Él me quería y yo a él, y creo qué lo más importante es qué existiera esa confianza de contarnos todo.

—Eres muy callado, Ían.

—Camil, debes de saber algo de mí. Verás, tiendo a ser más un observador.

—¿Y qué es lo que observas?

—He observado qué te esfuerzas por mantener la conversación fluyendo —sonrió levemente.

—Si, y es por qué no quiero dejar de hablar contigo. Y aún no puedo creer qué esté hablando contigo en persona —di un pequeño salto de felicidad.

—Yo tampoco puedo creerlo Camil, se siente raro estar cerca tuyo escuchándote hablar a estar detrás de un arbusto mirándote.

—¿Me mirabas por detrás de los arbustos?

—A veces, cuando no había cerca era detrás de un árbol

—¿Por qué jamás te acercaste a saludar?

—Tenía muchos nervios, además ¿Qué iba a decirte?

—Algo como, "Hola soy el fantasma de tú WhatsApp, salgamos" —sonreí.

—Me lo planteas muy fácil, Camil

—Es por qué así era de fácil. No debías de decir mucho, solo esas 8 palabras.

—¿Y sí las hubiera dicho, habrías aceptado la invitación?

—Por supuesto, sino no te lo habría planteado ahora.

POV Ían

Llevábamos mucho caminando alrededor del parque, ya había perdido la cuenta de cuantas vueltas habíamos dado.
Le propuse sentarnos en la sombra a descansar un poco, sé veía tan linda, en sus ojos se reflejaba la luz del sol del atardecer, era aún más linda de cerca.
Solo podía oírla hablar, la amaba demasiado y quería demostrárselo para qué no lo dudase nunca.

—Camil —le interrumpí

—¿Qué ocurre Ían?

—Si sabías, qué... —titubeé—. Te quiero mucho

—Si Ían. Siempre me lo has dicho

—Y más qué eso también.

—¿A qué viene todo esto Ían?

—¿Podrías no decir mi nombre ahora? Se escucha tan lindo cuando lo dices tú qué me pone más nervioso.

—¿Por qué éstas nervioso?

—Por qué eres una chica muy linda y dulce, tan dulce qué te harás diabética por tanto dulce —me sonroje

—Creo qué, aquí el único qué se va a hacer diabético eres tú. No podrás con tanto dulce

—Claro qué podré, y prefiero hacerme diabético yo, antes de qué te hagas tú

—¿Como?

—Te salvaré —me acerqué más a ella

—¿Y eso será...?

—Tienes demasiado lindonium en la sangre —afirmé.

—¿Lindonium?

—Lindonium —sonreí.

—Por dios... —se carcajeó—. Esto no es Bajo La Misma Estrella

—Lo sé —me reí

—¿Y qué es lindonium?

—Es algo qué corre por las venas de todas las personas dulces y lindas. Y tus niveles de lindonium son muy altos.

—¿Y como me salvarás? —contuvo la risa

—Se puede extraer —sonreí pacíficamente

—No me saques sangre —se sonrojó.

—Hay otras maneras Camil

—¿Y son...?

—La persona qué te bese puede quitártelo fácilmente.

—Quedará infestada de mi lindonium

—Exacto Camil, exacto —sonreí nervioso.

Nos quedamos miramdo muy de cerca él uno al otro durante varios minutos.
No aguantaba más, había esperado tanto tiempo para estar cerca de ella de esta forma en la qué estábamos ahora. Debía aprovechar la oportunidad por qué quizá sería la última de mi existencia. Así qué tomé valor de donde no había y con todo y mi sonrojo en el rostro, susurré con la esperanza de qué no entiendiera lo que dije:

—¿Puedo extraer tú lindonium?

El Fantasma de mi WhatsAppDonde viven las historias. Descúbrelo ahora