C i e n t o c u a t r o

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POV Avril

Venía acompañada de Johanna, nos dirigiamos a la plaza comercial a comprar más esmaltes de uñas.

—¿Crees qué también deba comprar algo de maquillaje? —dijo Johanna

—Sí te hace falta, sí

No venía prestándole atención a todo lo qué me decía Johanna, iba concentrada en él camino. Pero no fue hasta qué vi algo qué me impactó qué reaccioné.

—¡Johanna! ¿Ya viste? —le pegué en una costilla con él codo.

—¡Auch! ¿Qué se supone que debe ver Avril?

—Ve —le señalé—. Es la Camaleón

—Sí, la veo, está afuera de su casa como cualquier persona qué hace su vida normal —se dio un leve masaje en la costilla

—Y no solo eso, está con un chico, qué está abrazando muy cariñosamente

—Vaya, quién diría que la Camaleón resultó ser lo qué pensábamos, nos ahorró todo el trabajo de irle a sembrar a Ían dudas, ahí están, ya las tiene, y son más qué verdad.

—No creo qué eso nos sirva de mucho, solo lo está abrazando —guardé mi celular—. No vale la pena tomarle foto a eso.

—Oye ¿Crees que deberíamos de ir a avisarle a Ían?

—Por supuesto que iremos Johanna. No solo eso, quizá ese tipo sea nuestro aliado. Quién sabe.

—¿Sabes quién es?

—Ni idea, jamás lo he visto en el instituto, pero eso habrá que averiguarlo.

—Bueno vamos a decirle a Ían

—Pero de prisa por qué si nos tardamos éste playboy se nos va a ir y quedaremos como iditas

Comenzamos a correr en dirección a la casa de Ían, qué no quedaba muy lejos.

—¿Qué le diremos exactamente? —preguntó

—Dejamelo a mí. Tengo una idea.

Al llegar tocamos la puerta con todas nuestras fuerzas como la vez anterior, hasta que finalmente abrió.

—¿Ahora qué quieren? —dijo Ían aturdido de tanto toqueteo en su puerta.

—Ían —inhalé, casi estaba ahogándome, habíamos corrido demasiado—. Tienes que ir a... —respiré profundo—. A casa de Camil —comencé a toser

—¿Por qué?

—La acabamos de ver Johanna y yo —mi respiración seguía acelerada y me costaba trabajo hablar—. Con un, un, un chico desconocido.

—¿De qué hablan? ¿Qué chico?

—No sabemos —inhalé y exhalé—. Pero...creo qué es importante tú presencia, deberías de vigilarla más, no sabes lo qué...pueda estar haciendo.

Parecía una chica con asma en esos momentos...bueno en realidad sí lo era.

—Ían debes ir y darle su merecido a ese tipo ¡No dejes qué te quité a Camil! —habló Johanna por mí, me dio mi inhalador y me apoye en su hombro

—No lo haré, confío en Camil, y probablemente ese tipo ni siquiera exista. Puede qué se trate de otra mentira de ustedes.

—¡Oh vamos Ían! Decimos la verdad —protestó

Por fin logré controlar mi asma y volví a hablar.

—Escuchame Ían, sabemos lo celoso qué eres y puedes llegar a ser, así qué por favor, deja de hacerte el desentendido y ve y golpealo sí es necesario.

—¿Y a ustedes desde cuando les importa qué no pierda a Camil? Chicas, no la perderé por un simple chico, ella me ama a mí y no a ese tipo qué quién sabe si exista o no.

—Johanna y yo sabemos qué te mueres por averiguar si es cierto eso o no

—¡No, no, no y no! —se cruzó de brazos—. ¡No hay nada qué ustedes dos puedan decir para convencerme de qué vaya. Nada!
Johanna y yo nos miramos la una a la otra, sabíamos lo qué teníamos qué hacer en esos momentos y después volvimos a mirar a Ían.

[...]

—¡Demonios! —se sacudió el cabello para quitar las hojas qué quedaron atrapadas en él—. No puedo creer qué me convecieran de venir aquí.

—Shh, calla Ían. Hay qué esperar a qué salgan —susurré

Nos encontrábamos Ían, Johanna y yo acostados pecho tierra detrás de un gran arbusto, mirando por entre las hojas.

—Bien, pero si descubro qué otro cuentito suyo me iré

—¡Ían, deja de moverte, nos verán! —dijo Johanna.

Finalmente la Camaleón y él chico desconocido aparecieron por la puerta y se sentaron en la entrada.

—¿Lo ves Ían? ¡¿Ves, ves?! Johanna y yo te dijimos la verdad —susurré

—Shh, Avril baja la voz, nos oirán

—No puede ser... —miró Ían por entre las hojas—. ¡¿Pero quien demonios es ese?! —hizo moverse a las hojas del arbusto

—¡Ían! ¡Las preguntas al final! —dijimos al unísono

Seguimos mirando qué tanto ocurría, vimos qué le tomo una mano, después se acercó más a ella y por poco y nos ve. Y luego ambas manos.
Yo conocía esa mirada de Ían, estaba súper celoso, lo estábamos logrando.
Aquí va a haber pleito seguro señoras y señores.
Luego vimos qué le entregó algo, pero no vimos exactamente qué fue, pero lo guardó en su bolsillo.
Puso en la mano en su hombro, y me parece qué se despidieron por qué la Camaleón entró a la casa y no volvió a salir.

—¡Demonios! ¡Desde aquí no sé escuchó absolutamente nada de lo qué hablaron! —golpeó Ían él césped

—Tranquilo Ían ¿Qué harás ahora?

—Iré a decirle a ese idiota unas cuantas palabras

—Mejor aún, ve y dale su merecido. Qué aprenda a no meterse con lo ajeno

—¡Eso es lo qué voy a hacer! ¡Quitense!

Ían se levantó del suelo y salió de detrás del arbusto. Esto se iba a poner bueno. Pelea, pelea, pelea.

[Nota de la autora]

¿Qué creen que pasará? O.O
¿Habrá pelea como dijo Avril?

—SzaraNutella.

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