T r e i n t a y s e i s

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POV Camil

En ese momento supe qué el quería besarme, y sin esperar respuesta de mi parte lo hizo. Muy tiernamente, con nerviosismo y miedo. Pero lo hizo, y se sintió muy... ¿Bonito?
Era difícil describir el como se sentía, era inexplicable.

—Ían —comencé a decir—. Yo...

—No, no digas nada —me interrumpió—. Si vas a bofetearme, puedes hacerlo

—No lo haría, no podría —coloqué mi mano en su hombro.

—Lamento haberlo hecho sin tú permiso —se sonrojó.

—Creo qué, de ahora en adelante, puedes hacerlo sin mi permiso. Un beso robado es así, no se pide permiso solo se hace.

—¿Puedo acompañarte de regreso a casa?

—Claro

—Y no te preocupes qué ya conozco el camino —rió.

—Lo sé —sonreí.

El camino de regreso fue más lento de lo qué pensaba, aún mucho más qué cuando le dabamos vueltas al parque, como si ninguno de los dos quisiese despedirse todavía. Tarde qué temprano llegamos a la puerta de mi casa.

—Me gustó pasar el día contigo —me miró fijo.

—A mi también —me dio un beso en la frente—. Qué lindo eres conmigo 

—Bueno niña, se hace tarde, el sol ya se escondió. Llegó la hora de decir adiós —me abrazó fuerte.

—Sí, tienes razón, ya debemos irnos —lo tomé de las manos—. Adiós Ían, oh bueno adiós Fantasmita.

—Adiós Camil, oh debo decir, adiós chica asustadiza.

—Espero verte por la escuela ahora sí.

—Créeme, qué así será —me dió un beso esquimal—. Bueno, tú chico fantasma se desaparece.

—Está chica asustadiza estará esperando la próxima vez qué se aparezca.

—Será muy pronto Camil, lo prometo.

Me limité a sonreír y verlo partir.


El Fantasma de mi WhatsAppDonde viven las historias. Descúbrelo ahora