C i e n t o o c h o

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POV Johanna

Tenía que hablar urgentemente con Avril, así qué fui a su apartamento, toqué la puerta fuertemente 3 veces.

—¡Avril! —toqué más fuerte—. ¡Abre! ¡Sé qué estás ahí!

Después de unos minutos abrió la puerta. Lucía bastante mal, tenía la boca muy hinchada, un moretón en el ojo y otros cuantos en los brazos y piernas.

—¿Qué mierda quieres ahora?

—Por dios Avril, son las 3 de la tarde y todavía andas en pijama

—Qué te importa, no tengo ganas de salir hoy, así que no insistas

Fue a acostarse en el sillón de su sala de estar.

—No vengo por eso Avril

—¿Entonces qué? —se llevó las manos a la cara

—Vengo por qué necesito hablar contigo, es sobre algo importante

—¿Sobre qué?

—Sobre lo qué pasó ayer con Ían y Camil

Se levantó del sillón dirigiéndose a las escaleras, fui detrás de ella, hasta llegar a su habitación.

—Avril...

—No entiendo sobre qué me quieres hablar qué tenga qué ver con eso —se dejó caer en su cama

—Escucha...

—Mira a todo esto —me interrumpió—. Solo puedo decir qué el maldito plan no funcionó. Habrá qué tomar medidas drásticas. Parace qué eso solo los unió más.

Me senté al lado suyo.

—Avril —la miré con severidad

—Deja de parlotear —se puso de pie, me dio la espalda y miró a la ventana—. Y ayudame a pensar en algo mejor.

—Lo qué hiciste estuvo mal —dije al fin

Al decir esto, Avril se giró para mirarme, se acercó a mi con su mirada asesina. Estando al lado mío dijo:

—¿Qué? —dijo cerca de mí oído

—No me oíste —la miré a los ojos—. Qué lo qué hiciste estuvo mal ¿Captas o no?

Avril sé quedó boquiabierta, poco después comenzó a reírse y a aplaudir sarcásticamente.

—No le veo la gracia

—¡Es qué sí la tiene! —se apoyó al mueble a su izquierda—. Mirate, deberías de escucharte a ti misma lo qué estás diciendo. Por favor, no seas ridícula

—Ah ¿Entonces no aceptas qué lo qué hiciste estuvo mal?

—No, no lo acepto. Y lo volvería a hacer de ser necesario.

—Dañaste a personas ¿Qué acaso no te importa?

—¿Y a ti te importó ayer? No

—Estoy arrepentida

—¡Ja! Lo qué digas —se cruzó de brazos con una sonrisa burlona

—Avril ¿Qué acaso no te importa nada en absoluto tener qué pasar por encima de los sentimientos de las personas para obtener siempre lo qué quieras?

—Mientras yo sea feliz ¿A mi qué me importa la felicidad de los demás? Me importa solo la mía. No tengo por qué preocuparme por otras personas ¿Para qué Johanna, para qué?

—Avril, no tienes por qué ser así. Tú puedes ser feliz sin necesidad de pisotear a otros solo por conseguir tú felicidad propia.

—¡Por dios Johanna! El mundo así se maneja, no entiendo por qué te sorprende qué yo sea como soy de buenas a primeras ¿Quién te lavo él cerebro contra mí? ¿Ían? ¿Camil? ¿Fue el estúpido playboy ese verdad? ¿Hablaste con ese baboso?

—Pues ese "PlayBoy" como tú le llamas. Resultó ser la persona más amable y educada qué he conocido.

—¿A sí qué fue él? Maldito, me las pagará también ese idiota. Hasta lo defiendes, y apenas lo conoces ¿Qué sigue después? ¿La próxima semana te casas con él o como? —rodó los ojos

—Matthew no es el tema ahora, lo qué importa es qué deberías pensar seriamente en irte a disculpar con Ían y Camil

—JAJAJAJAJAJA ahora sí te volaste la barda con eso ¿Yo disculparme con esos? Jamás ¿Qué sigue? ¿Disculparme con Matthew también? Par favar JAJAJAJAJAJA

—¿Y por qué no?

—JAJAJAJAJAJAJA mira Johanna, si crees que voy a hacer eso, olvidalo

Era obvio que Avril, no cambiaría de forma de pensar, debía de haber algo qué la hiciese entender de algún modo u otro. Tenía qué tocar su consciencia con mis palabras, hacerla sentir culpable...y creo qué ya se me ocurrió como hacerlo.

—Avril ¿Ya pensaste en él qué dirán tus padres si supieran lo qué has estado haciendo?

En un santiamén dejó de reír como foca retrasada, su expresión cambió a seriedad. Me dio la espalda antes de contestar a mi pregunta.

—Mi padre se la vive trabajando, jamás lo veo, ahora mismo podría estar de viaje de negocios por Europa y dudo mucho se entere de lo qué hago o dejo de hacer aquí

—¿Y tú madre Avril?

Hubo un silencio largo en la habitación, seguía dándome la espalda.

—Mi madre está... —hizo una pausa—. Muerta —su voz se quebró al pronunciar esta parte.

—¿Y no crees qué, de dónde quiera que ella esté puede ver lo qué estás haciendo?

No respondió, me acerqué a ella y toqué su hombro.

—¿Crees qué estaría orgullosa de ver a su hija pisotear a la gente solo por su felicidad?

—No...

Sabía qué estaba llorando y qué por eso me había estado dando la espalda todo este tiempo.

—Avril ¿Qué crees que hubiera hecho ella de haberte visto haciendo lo qué hiciste ayer?

—Ma habría castigado de por vida

Comenzó a llorar, se sentó en él suelo.

—Vete Johanna. Ya sabes qué hablar de mi madre me pone sentimental. Vete

—¿Recapacitarás?

—Ya es muy tarde para eso Johanna, no metas a mi madre en esto. No perturbes su paz. Ella ya sufrió bastante con el cáncer como para estar pendiente desde donde quiera qué esté de lo que hago bien o de lo qué hago mal.

—Avril, solo trato de...

—¡No! —sollozó—. No la metas a ella en esto. Por favor vete y dejame sola.

—Está bien, me iré. Pero piénsalo por favor

—Largate

Cerré la puerta de su habitación y me fui de su casa.


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