El Fantasma de mi WhatsApp

S e s e n t a y s i e t e

POV Ían 

Habían pasado ya más de 24 horas desde que vi por última vez a Camil, desapareció así sin dejar rastro.

Al parecer Johanna y Avril eran las únicas que sabían donde se encontraba Camil, o quizá ellas tampoco lo sabían y solo me dijeron aquello para presionarme. Erin, su amiga, tampoco lo sabe 

¿A donde fuiste Camil? ¿A donde? 

Venía pasando por la casa de Camil cuando me percaté que en la puerta de entrada había un letrero que decía "En Venta" y unos hombres sacando cosas de su casa y metiéndolas en un camión. 

¿Y ahora hasta tiene que mudarse para ya no verme más? ¿Estará dentro de la casa? ¿Habrá vuelto por todas sus cosas para después volverse a ir?

Me doy cuenta que cuando Camil promete algo, lo cumple.

Vi a Erin salir de la casa cargando una caja, me acerqué a hablar con ella.

—Erin —le llamé.

Se volteó al oírme.

—Hola Ían

—¿Pero qué es todo esto? —miré a mi alrededor.

Hombres entrando y saliendo de la casa de Camil sacando cosas y subiéndolas a un camión.

—Una mudanza 

—¿Camil se muda? ¿Ahora?

—Eso parece —acomodó los libros que estaban encima de la caja que estaban a punto de caer al suelo.

—Pero no puede ser ¿A mitad del año escolar? ¿Tan siquiera ya pensó en eso? No creo que a sus padres les guste la noticia.

—Ya lo saben Ían, o al menos eso creo

—Me dijiste ayer que no sabías nada de ella, y de un día para otro pasa esto

—...Me enteré hoy en la mañana —metió la caja a su auto

—Esto ya llegó demasiado lejos. Iré a hablar con ella en esté momento, lo que está  haciendo es una locura, no puede irse así como así

—No está dentro de la casa

—Entonces supongo que como ya te enteraste de todo hoy en la mañana ya haz de saber donde está ¿o me equivoco?

—No, no te equivocas. Claro que lo sé

—¿Y...?

—Lo siento Ían, pero no puedo decírtelo, Camil me dijo que no lo hiciera

—¿Ni por su felicidad?

—Sí con no decírtelo ella cree que será feliz, pues respeto su decisión, yo también quiero que sea feliz, pero si ella ya no quiere estar contigo, no puedo ni obligarla, ni convencerla a que cambie de opinión.

—Pero...

—Ían —me interrumpió—. Creo que lo mejor que puedes hacer es dejar que las cosas se enfríen un tiempo, dale tiempo a Camil.

—Bien si nadie me quiere decir donde está, yo lo averiguaré por mi propia cuenta, no descansaré hasta encontrarla y hablar con ella.

—Ían no...

—Adiós Erin 

Antes de que pudiera decir cualquier otra cosa, me fui a mi casa, donde busqué el directorio telefónico y comencé a llamar a todos los hoteles de la ciudad. Posiblemente Camil se encontrara hospedada en alguno de ellos. 

Lo único que yo quería en ese momento era que en alguno de ellos me dijeran que si se encontraba ahí, ir a buscarla, hablar con ella y que toda está pesadilla terminase, quería que ella volviera, que volviera esa niña dulce que conocí, esa a la que visité en hospital, esa a la que mandé flores y cartas.

Vuelve Camil...regresa.