El Fantasma de mi WhatsApp

N o v e n t a y n u e v e

POV Camil

Ían había venido a visitarme hoy de nuevo al hospital, a pesar de qué le dije que no sé molestara en hacerlo ya qué me darían de alta mañana mismo. Esto me recordó a aquélla vez, qué me visitaba mientras dormía, dejaba notas y flores. Pero está vez era diferente, está vez era mucho mejor. Aunque se sentía en cierto modo como, volver al pasado.

—Hola, hola —dijo Ían al entrar—. ¿Cómo está la paciente más bella de esté planeta? —se sentó a un lado mío

—Mucho mejor, aunque él doctor me mandará a casa bajo una estricta dieta para subir de peso 

—Ahora más qué nunca debes de comer bien —me abrazó—. Yo me encargo de qué sigas esa dieta

—De acuerdo —sonreí

—Y bueno, ahora cuéntame. ¿Qué tanto hiciste en Gothenfeld durante un año?

—Bueno demasiadas cosas, había continuado la escuela por allá, es una linda ciudad, cambié un poco mi look

—Me dejaste sorprendido cuando te vi con ese vestido rosa ¡Camila Pattinson usando un vestido rosa! 

—Sí, es extraño, creo que debí ponerme él qué usé la noche anterior en la fiesta de Tony

La expresión de Ían cambió

—...¿Cómo dices? —habló sorprendido

—La noche anterior fui a la fiesta de Tony 

—Camil...

—¿Sí?

—Yo estuve en esa fiesta —dijo al fin

—¿Enserio?

—De pura casualidad ¿No traías ese día un vestido negro con blanco y él mismo perfume de hace unos días?

—Sí...¿Cómo lo...? —no terminé de formular la pregunta por qué Ían tomó mis manos

—Eras tú... —acarició mi mejilla—. Tú eras esa chica qué se me hizo conocida en la fiesta, todo este tiempo te estuve siguiendo en esa fiesta sin darme cuenta, creí haberme confundido pero ya veo qué no

—Estuvimos tan cerca y ninguno de los dos se dio cuenta

—No sé cómo fue que di con Johanna pero...

—¿Tú eras el chico a quién estaban jaloneando Avril y Johanna?

—Sí —besó mi mano

—Te vi a lo lejos, no pensé que fueses tú

—Pues déjame decirte que ese día te veías muy hermosa

—Ían —suspiré—. Lo siento...

—¿Qué Camil?

—Él haberme ido...él haber huido de mi Fantasma

—Tú eres la qué me debe perdonar, no debí haberte dejado ir, si tan solo ese día hubiera insistido un poco más, quizás...nada de esto habría pasado —besó mi frente

—¿Y tú...qué tanto hiciste en mi ausencia? 

—Además de buscarte como un loco...a veces me ponía a escribir como me había ido en el día buscándote 

—¿Enserio? ¿Cómo un diario?

—Sí...tiene exactamente 365 notas. Una por cada día...todas hablan de ti

Sentí un gran nudo en la garganta, y una opresión en el pecho.

—¿Crees qué algún día pueda leerlas? —hablé triste

—Claro que sí...son para ti...aunque no tenía pensando entregártelas en cierto modo

Ambos guardamos silencio durante unos minutos, mirándonos él uno al otro sin decirnos nada. Teníamos tanto de qué hablar él y yo. Tenía tantas palabras para decirle en tan poco tiempo que había...dudaba si algún día terminaría de decírselas...