O c h e n t a y s e i s

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POV Camil

Sonó el despertador más temprano de lo usual, ese día me tomó más tiempo levantarme de la cama. Quizá por que hoy era él día, él día en qué volvería a Nashville por fin.
Me duché, me arreglé un poco tratando de tapar las ojeras de la noche anterior, en estos últimos meses me había vuelto toda una profesional escondiéndolas, pero está vez fue diferente, se notaban demasiado, ya él maquillaje no alcanzaba a taparlas. Y sabía que esté día llegaría tarde que temprano.
Desayuné tan solo un yogurt y dos galletas de granola, no tenía tanta hambre hoy como acostumbraba.
Estuve lista antes de lo esperado, me sobraba tiempo, me dispuse a ver televisión lo que quedaba del tiempo antes de irme.
Veía la repetición un certamen de belleza.
Y para ser honesta, me parecía más un certamen de la anorexia.
Al poco tiempo sonó el tiembre.

—Entre, está abierto —grité desde la sala de estar.

Eran mi prima Lauren, Matthew y Angela.

—¿Ya estás lista prima? —se sentó a un lado mío y tomó un cojín.

—Cami, quisimos venir antes de que te fueras a Nashville, mira te traje un docena de pastelillos de los que tanto te gustan —los dejó en la mesita—. Para que no te aburras en el camino —sonrió y se sentó a mi derecha.

—Gracias Angy —seguí mirando la televisión y cambiando de canal aleatoriamente.

—Camila, ¿A que hora debes de estar en la estación del tren? —dijo Matthew

No respondí seguí cambiando de canal, hasta que llegué a uno donde había solo estática.

—¿Camila estás bien?

—Sí —hablé sin despegar la mirada de la pantalla que solo mostraba estática.

—No lo parece, luces un poco cansada.

—Bah, las cosas mejorarán

Lauren tomó el control remoto y apagó el televisor.

—Camil

—Oye ¿Por qué la apagas? —protesté

—¿Qué es lo qué te ocurre? Llegamos y tú como sí nada sigues mirando en televisor, y por si fuera poco, estática.

—No lo sé, debe de ser él síndrome de la mudanza post-traumática —pasé de estar en él sofá a él comedor, tomé los pastelillos de Angela y comencé a comerlos rápidamente.

—Camila...no creo que debas comertelos todos de una sola vez, es demasiado chocolate —habló Matthew

—Me entró hambre —seguí comiendo.

No les dirigí la palabra hasta que no terminé de comer todos los pastelillos.

—Bien, debo irme que se me hace tarde —me levanté de la silla, caminé a la puerta donde se encontraban mis maletas y tomé mi bolsa de la repisa.

—Camila —dijo Matthew

—¿Sí? —me coloqué el abrigo

—Antes de qué te vayas quiero darte esto —me entregó un sobre sellado amarillo

—¿Qué es esto?

—Abrelo cuando estés en Nashville

—Gracias Matt —le di un abrazo—. Te voy a extrañar mucho, tú qué has sido mi mejor amigo, vendré a visitarte cuando pueda.

—Espero que sí, yo también te extrañare. Buena suerte en tu viaje.

Lauren se acercó y me abrazó.

—Hace un año llegaste aquí, y ahora te vas a Nashville. Te extrañaré prima. Ve con cuidado, si necesitas algo no dudes en llamarme.

—Lo haré Lauren, no lo dudes.

—Que te vaya bien en el viaje amiga, espero te hayan gustado los pastelillos —me abrazó Angela

—Gracias Angy, y si estaban muy ricos  —abrí la puerta—. Bueno chicos, llegó la hora de partir, nos veremos pronto.

—Adiós Cami —respondieron al unísono

—Adiós chicos.

Dicho esto me puse en marcha rumbo a la estación del tren que me llevaría de vuelta a Nashville.
Estaba nerviosa, las piernas y las manos me temblaron durante todo el camino. Pude relajarme hasta que estuve dentro del vagón. Mirando por la ventana el camino.
Por fin volvería a Nashville, tenía miedo por qué al llegar allá, no sabía con qué o quién me encontraría.

El Fantasma de mi WhatsAppDonde viven las historias. Descúbrelo ahora