N o v e n t a y s e i s

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POV Camil

La luz que amenazaba con entrar aún más en mi habitación me despertó. Extrañaba mi casa, ahí casi no llegaba tanto el sol, y podía seguir dormida.
Lo bueno era que pronto volvería a ocuparla. Me quedé mirando un lugar fijo, no quería levantarme ese día de la cama, no quería hacer nada, pero había algo que me decía que debía de ir a trabajar. Así que me levanté, tomé una larga ducha, me arreglé como pude, me peine, me comí unas barras de granola, tomé mi bolso y salí rumbo a mi trabajo.

POV Ían

Había dormido muy pocas horas, no me sentía del todo cansado, pero sentía que ya debía levantarme. No tenía caso que siguiera acostado si no dormía.
Decidí ponerme una sudadera, los audífonos y salir a caminar por las calles de Nashville, quería hoy que la ciudad me guiara a dónde ella quisiera.

POV Camil

Finalmente llegué a mi trabajo, hoy me tocaba hacerle de meseta y dejar la cocina, tal como ordenó el señor Brown, tales días Karla se encargaría de ello.

—Buenos días Cami, llegas tarde. Pero no te preocupes, el señor Brown no se ha dado sus vueltas que acostumbra por aquí aún —dijo Karla quién estaba tras el mostrador tomando café

—Buenos días ¿Ha habido clientes hoy?

—Aún no empiezan a llegar, descuida. Creo que hoy será un día tranquilo con pocos clientes.

—Eso parece —pasé un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

—¿Camil estás bien? Últimamente te veo muy pálida y con unas ojeras de oso panda

—Estoy bien ¿Por qué todo el mundo dice que estoy pálida?

—Es que en verdad lo éstas —me pasó su espejo—. Mirate

—Vaya —suspiré—. He estado peor

—Deberías ir al doctor

—Estoy bien, creo qué se me va a pasar. Debe de ser el cambio de rutina.

—Está bien, supongo —entró en la cocina a llenar su taza de café

—Karla, saldré un rato a tomar aire al parque qué está aquí cerca. Me siento un poco ahogada en este lugar —tomé mi bolso—. Prometo llegar antes de qué aparezcan los clientes.

—Ok Cami —gritó desde la cocina—. Tú descuida, tomate tú tiempo, se ve qué lo necesitas, yo me encargo.

—Vale, vuelvo al rato

Salí de la pastelería y me encaminé al parque a paso lento, como si estuviese midiendo mis pasos al andar.
Finalmente llegué, recorrí los alrededores, no sé cuantas vueltas di hasta antes de detenerme frente a un lago a observar los patos que ahí había.
El sol se reflejaba en el agua, lo que la hacía verse más cristalina.
Me quedé contemplando el panorama.
Hundida en mis pensamientos, con la música del aire y del movimiento de las ramas de los árboles resonando a mi alrededor.

Esté era para mí uno de esos días en los qué tenía mis bajones. Mis recaídas. Me había pasado varias veces estando en Gothenfeld, pero ahora eran mucho más frecuentes.
El día lo empezaba bien, y acababa mal.
A estás alturas ya ni siquiera entendía con qué fin huí de Nashville.
Creo yo, no había servido de nada.
De nuevo sentía esa extraña sensación de escalofrío.
Me descubrí a mi misma llorando en ese momento.
Estaba triste...solo que algo en mi mente no me dejaba aceptarlo.
Había algo en mi mente que no me dejaba desahogarme completamente, algo que me impedía olvidar lo que yo quería. Algo que retenía a mi tristeza, la reprimía, la anestesiaba, la dormía...pero siempre volvía.
Jamás desaparecía.

La tristeza no se crea.
Solo se transforma en algo mucho peor.
Y eso era la depresión.
Y ahí, tampoco se destruye.

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