N o v e n t a y o c h o

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POV Ían

Finalmente la chica dejó de hablar por teléfono y siguió mirando hacia el lago.
¿Debería de acercarme?
Tenía la remota curiosidad de saber quién era y por qué estaba ahí parada a la orilla del lago.
Me quité los audífonos y me fui acercando a paso lento a dónde ella estaba.
Conforme más me aproximaba me pareció oír su voz gritándole al aire y lanzando piedritas al lago

—¡¿Por qué no puedo olvidarte?!
Fue una de las cosas que ella dijo, o me pareció que había dicho y por un momento esa voz me pareció conocida, me acerqué un poco más para oírla mejor.

— ¡¿Por qué esto a mi?! —gritó

Está vez estaba lo suficientemente cerca como para reconocer la voz. Ya la había oído, y sabía de quién era.

Mi corazón se aceleró.

Camil.

No cabe duda. Era ella.

Está vez no lo estaba imaginando.

Era ella.

Por fin, la he encontrado.

Me terminé de acercar a ella, debía verla a los ojos para estar 100% seguro de que no me equivocaba como la noche anterior.

Ya me encontraba detrás de ella. Tan cerca, tanto que podía oler su perfume.

Claro, ahora lo entiendo, de ella es quién se me hacía peculiar, ese aroma.

Es el mismo perfume, ese perfume que tenía tanto tiempo que no olía tan de cerca.
Traté de hacer el menor ruido posible, no quería asustarla.
Vi que tomó otra piedra del suelo y volvió a gritar antes de lanzarla.

—¡¿Por qué no te puedo olvidar Ían?! ¡¿Por qué?! —la escuché decir.

Tomó impulso. Y justo antes de que lanzara la piedra, dije:

—Por qué aún me amas

Su brazo se quedó en el aire. Se detuvo antes de lanzar aquella piedra, que cayó segundos después junto a uno de sus tacones. Bajó el brazo, y noté que comenzó a temblar.
No pronunció palabra alguna, se quedó inmóvil, temblando en el mismo sitio.

Me acerqué más a ella, al parecer se dio cuenta por qué comenzó a temblar mucho más.

—Voltea —susurré

No dijo nada. Fue como si no me hubiera escuchado

—Date vuelta —volví a susurrar

Quería mirarla, quería ver como lucía con ese vestido. Verla de nuevo a los ojos.
Finalmente, muy lentamente y aún temblando, se dio la vuelta. Poco a poco.

Quedamos por fin frente a frente, cara a cara.
La miré a los ojos, estaban cristalinos, extrañaba verlos, pero no quería verlos a punto de soltar en llanto. Aquella era una mirada diferente. En un año su semblante cambió a ser de extrema seriedad, frialdad y mucha tristeza.
A pesar de eso, lucía tan hermosa, tan diferente, tan cambiada. Pero aún conservaba esa misma esencia de ella, la de siempre, la natural. Esa energía que me hizo enamorarme de ella, estaba en algún lado escondida, pero aún podía percibirla.
Estaba detrás de esa mirada fría y cristalina, conteniendo las ganas de llorar. Detrás de todo ese maquillaje.

—Sí aún no puedes olvidarme, es por qué todavía me amas.

Respiró hondo.

—Y yo tampoco te he olvidado —quise tomar sus manos, pero ella se las llevó a la cintura y bajó la mirada, no pudo sostenerla con la mía—. Aún te amo...he estado buscándote todo el año...y al fin, después de tanto, te he encontrado...

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