❝Sería una vida terriblemente aburrida si nunca nos pasara algo extraño. Los raros son los que cambian al mundo❞
Vuelco mi imaginación en crear pequeñas historias con sus personajes favoritos de Marvel.
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El alto pelinegro caminaba a paso apresurado hacia la torre Stark.
Aún no podía creer que el gran Tony Stark había aceptado cumplir su proyecto, otorgándole pasantía para que él y varios estudiantes de su universidad trabajaran.
Como no era habitual en él, estaba llegando tarde. En su defensa era nuevo en la ciudad y Noruega era demasiado diferente a Estados Unidos.
Entro al gran edificio mostrando su identificación de "pasantía" y tras revisar el portafolios que traía lo dejaron pasar.
Preguntó a la recepcionista donde debía ir y tras las indicaciones de ella y el rodar de sus ojos ante la voz chillona de ella, se encaminó hacia los elevadores.
Era temprano en la mañana, pero ya todos estarían en sus puestos de trabajo, por lo que no había muchas personas ahí.
Las puertas del elevador se abrieron y Loki suspiró al fin. Entró y presionó el botón que lo llevaría a su planta.
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Antes que las puertas se cerraran una mano se interpuso ahí, haciendo que las mismas se abrieran y que un chico bajito y castaño, con la respiración agitada entrara ahí.
—He tenido suerte —suspiró al entrar.
Loki lo miró detenidamente sin pronunciar palabra alguna hacia su comentario.
—¿Qué piso? —Loki habló con un tono neutral, mirándolo por encima del hombro.
—Piso 38 por favor —sonrió mostrando una bella sonrisa.
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El más alto observó al pequeño aún por sobre el hombro, pero con una pequeña sonrisa.
Se le hacía adorable su sonrisa y la energía que tenía a estas horas de la mañana.
—Probablemente me reten por llegar tarde —dijo el castaño mirando su reloj.
—Al menos no creo que sea tu primer día —Loki al fin se atrevió a hablar.
Por lo general no hablaba demasiado, menos aún con extraños. Pero algo le hacía querer hablar.
—No, no lo es. Pero de todas formas me ganaré un sermón —rueda los ojos.
—Pues te deseo suerte —dijo con sinceridad.
Y sonrió.
Sonrió, aunque era otra cosa que no hacía tan a menudo como otras personas, por ejemplo.
—Soy Peter —él se presentó estirando su mano hacia el morocho.
El otro miro fijo la mano y sonrió de lado. —Soy Loki.
—¿Loki? —preguntó extrañado como la mayoría en este país.
El susodicho no entendía porque todos preguntaban por su nombre.
Tampoco entendía porque todos conocían la mitología griega o romana, pero no la nórdica, cuando estaba claro que era mucho mejor.
—Si, sí. Soy de muy lejos. Llegue hace poco, pero me acostumbre a que les extrañe mi nombre —se encoge de hombros.
—A mí me parece genial —le hubiera gustado decir a Peter, pero solo calló y asintió a las palabras de él.
Las puertas se abren en el piso al cual Loki iba. Sale y se da vuelta.
—Fue un placer Peter —murmuró dándose la vuelta para despedirse.
La puerta se iba a cerrar, pero nuevamente como hacía rato Peter colocó su mano, impidiendo que se cerraran.
—Po-podría mostrarte el lugar, ya sabes, eres nuevo y quizá, pensé que te gustaría, eso, que yo o puede ser alguien más. Sabes olvídalo —dijo tropezándose con sus palabras.
Peter se reprimió al estar tan nervioso y parecer tan tonto frente al chico.
Loki rio. —Eso me gustaría Peter, si aún esta eso de pie —le sonrió.
—¡Si! —gritó y se golpeó mentalmente—. Digo si, por supuesto. ¿A la hora del almuerzo en la cafetería? —habló entre nervioso y eufórico.
—Allí nos veremos. Debo correr ahora —dijo con sinceridad.
No podía seguir retrasándose.
—Si, sí, sí. Adiós —se despidió con la mano y las puertas se cerraron.
Loki le miró y también movió levemente su mano. Suspiró por eso y sonrió, encontrándose con uno de sus compañeros.
—Si sabes que es el hijo del jefe, ¿no? —levantó una ceja él.
—No lo sabía, tampoco sea que me importe demasiado —se encogió caminando junto a él.
Tanto Loki como Peter esperaron con ansias a que a hora del almuerzo llegara.
