77. Bucky Barnes

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Título: Noche de baile

Bucky Barnes

Comentario: Años 40 

♦♦♦

La música se escuchaba por toda la calle, el baile donde ahora estabas era toda una sensación por aquel lugar.

Bailabas con tu grupo de amigas, pero la mayoría de ellas ya estaban siendo invitadas a bailar, menos tú.

Todo hasta que sentiste como un chico tocaba tu hombro. Te volteaste para verlo y sonreíste al ver que guapo era.

—¿Baila, señorita? —preguntó estirando su mano y haciendo una reverencia.

Lo observaste un poco y notaste que era soldado. Eso lo hizo aún mejor, los chicos en uniforme siempre son mejores.

—Por supuesto... —dijiste esperando que diga su nombre.

—Puedes decirme Bucky, muñeca —te sonrió galán y también te presentaste.

Él te guio al medio de la pista y colocó una de sus manos en tu cintura. Ambos se pusieron en posición para bailar y comenzaron a moverse.

Resultó que Bucky no solo era lindo, también era muy divertido.

Habían estado bailando por bastante rato, antes de que te sacara de aquel lugar para poder tomar un poco de aire.

Reías muy fuerte por las ocurrencias que él decía.

—No puedo creer que te hayas peleado con ellos —dijiste divertida.

—Tenía que defender a mi polluelo, Steve es como mi hermano y debía hacerlo —sonrió.

Te gustaba verlo sonreír. Tenía una gran sonrisa.

También sonreías, estabas pasando un agradable rato a su lado.

—Tienes una hermosa sonrisa, muñeca —te dijo e hizo que giraras para estar más cerca de él.

Volviste a sonreír por eso.

—Tu también, Bucky —apoyaste las manos en sus hombros.

Ambos se quedaron viendo por unos segundos, sin decir nada.

Aún podías escuchar la música, pero ya nada importaba. Te sentías a gusto con aquel extraño.

Porque si, después de todo él era un desconocido. Pero sentías que no tenías nada que desconfiar de él.

Estabas tan absorta en tus pensamientos que no advertiste lo cerca que él estaba de ti.

No te importó tampoco que él te besara, es más, le seguiste el beso encantada.

Sus labios eran dulces y lentos. Ninguno tenía apuro alguno.

—Creo que lo más apropiado es que la invite a una próxima cita, muñeca —dijo al separarse.

—Me encantaría dulce caballero —asentiste.

Él te acompaño a tu casa, a medida que volvían a compartir algunos pequeños besos durante del camino.

Dormiste esa noche deseando que llegara el día de volver a verlo otra vez. 







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