- ¡Apúrate Keita!
Saben, correr después de comer no es bueno para la salud. Siempre me lo dice papá, y estoy seguro que ella lo escuchó una que otra vez. Pero hoy, cuando apenas había terminado de comer, ella apareció de la nada, y a la vista de mis padres me sacó de casa y ahora me obligaba a correr. Normalmente no tendría problemas pero había comido más de lo común y no me sentía muy bien que digamos.
- ¿Por qué ugh... la prisa ****?
- ¡Mo! Tú siempre lideras a tu grupo, por lo menos déjame liderarte a ti.
- Pero yo no los obligó a correr después de almorzar. — Me quejé pero empecé a correr a su velocidad. — ¿Y a dónde vamos exactamente?
- No es obvio, vamos donde Obaa-chan
- ¡Ah! Entonces quieres ir a ver como se encuentra Hikari.
- S-si — asintió un poco avergonzada. La había leído perfectamente.
- Buena idea.
Sonreí, aceleré el paso, y cuando estaba delante de ella tome su mano.
- Entonces déjamelo a mí.
Ella inclinó un poco su cabeza, pero a pesar de que quería ocultarlo, pude ver que sus mejillas están un poco sonrojadas, pero luego aumentó su velocidad para ir a mi ritmo.
Nuevamente a la par, ella me miró de reojo y me dijo:
- Lo hiciste otra vez. No me parece justo, Keita.
Ahí está.
Tratando de ser arrogante, pero en realidad muestra una de sus más hermosas facetas.
- Lo sé ****
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El viento se deslizaba suavemente entre los árboles, haciendo que sus incontables hojas dancen avivadamente a su ritmo a la vez se podían oír los melodiosos cantos de algunas aves.
Era una mañana hermosa, pero también era un día con un inicio bastante raro.
A pesar de que ayer estaba demasiado cansado, hoy me desperté muy temprano, y como ya no podía volver a conciliar el sueño, decidí venir a mi lugar preferido antes de ir a la escuela.
Era una casa abandonada que cubría la mitad de una cuadra y además bien conservada. Su patio trasero estaba unido al monte, por lo que había muchos árboles. Pero había uno en especial, y aunque que no era distinto a los demás, por alguna razón me hacía sentir en paz.
Sabiendo ello, decidí venir un rato y al final me quede fácilmente dormido en su falda.
Woah... creo que ya es hora de irme.
Decidido, por así decirlo, me levanté y mientras estiraba los brazos hice un "Uh-haa~" para finalmente sentarme, apoyándome sobre mis manos.
- ¿Dormiste bien?
- Si... esta- ¿¡...!?
Una suave, lírica y desconocida voz me hizo girar inmediatamente. Y me topé con unos grandes y hermosos ojos verdes, rodeados por unas pestañas de igual elegancia.
La forma en cómo me observaban mostraba una reconfortante y tierna mirada, pero extrañamente se sentían nerviosos, como si tuvieran miedo. Su no demasiado largo cabello negro se deslizaba suavemente con el viento y las líneas infantiles de su rostro eran bordeados por la luz del sol que se filtraba entre los árboles; daba cierta sensación de inocencia, mientras que sus rosados labios brillaban plácidamente, y de un modo muy discreto, soltaban sensualidad.
¿Es solo la situación o es muy hermosa?
- ...¿Quién eres? — no pude evitar preguntarle.
- Oh, ...lo siento, t-te vi descansando tan tranquilamente que no quise molestarte, y... y- y me llamo Shimizu Aika, acabo de mudarme a esta ciudad y esta-
Ha... creo que no debí preguntar. No tengo tiempo para esto.
Me levanté sin olvidar mi maletín.
- Lo siento por la pregunta, pero se me hace tarde.
Y tras una disculpa, empecé a caminar hacia mi salida sin olvidar levantar mi mano en señal de despedida.
- Esp-pera, aun no me has di...
Ella intentó decir algo, pero no me detuve, mucho menos volví a mirar atrás.
Diablos, ¿en verdad ocurren este tipo de encuentros? Ha...
Luego de caminar un rato, llegué a mi salida, era un muro de tres metros, de esos fáciles de saltar, pues la calle continua no es muy transitada. En otras palabras, puedo saltarla sin preocuparme de que alguien me vea.
Pero antes de saltar verifiqué la hora del móvil.
Mm, parece que me queda tiempo suficiente para llegar, solo necesito prepararme.
Pero mientras cogía mi maletín entre manos, mi cerebro por fin prendió el switch.
Espera. ¿Cómo habrá entrado aquella chica...?
Di una mirada atrás, aun sabiendo que me había separado bastante de aquel lugar.
El hecho de que me haya encontrado con alguien en esta casa, supuestamente abandonada, solo significaba una cosa...
- Tal vez no pueda volver a venir... — susurré con resignación.
Bueno, no importa. Pero si vuelvo a toparme con ella, solo espero que no me reconozca.
Después de todo, esta sería la primera vez que alguien me ha visto sin lentes, desde que entré a la preparatoria. Era una pena, pero ya no había remedio.
Terminé de arreglarme tanto el uniforme como el cabello. Entonces, con un pequeño impulso salté y sobrepasé el muro, y apoyándome sobre mis palmas hice que mis piernas cruzaran al otro lado.
Ya parado frente a la avenida y a cuestas del muro, levanté mi maletín sobre mis hombros y saqué mis lentes del bolsillo de la camisa.
Bueno, es hora de empezar con la rutina diaria.
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Donde todo empezó
RandomÉsta es la historia de Alex, un estudiante mitad peruano y mitad japonés, quien empezó a estudiar en Japón en su Primer año de Preparatoria. Sin embargo, lejos de ser una persona entusiasta, su actitud asocial lo convirtió en un solitario. Todo esto...