- Juntos -
Cuando llegué a casa, Mike aún seguía en la sala principal, viendo un anime en la televisión. Pero cuando me vio llegar, sudando a chorros, se sorprendió tanto que soltó otra de sus idioteces. No pidió explicaciones sobre lo que ocurrió, pero sí que le contara todo lo que sucedió ese viernes de hace casi dos semanas atrás.
Cuando terminé, parecía realmente complacido —por no decir excitado—, diciendo que él también quería participar. Le gusta tanto ese tipo de cosas que de seguro pensó que ésta sería una oportunidad para cumplir uno de sus más grandes sueños. O eso es lo que me quería demostrar. Sea como fuese, nuestra realidad ya era muy diferente a lo que muchos denominarían normal y, a diferencia suya, yo no pedía más. Tal vez me gustaban los retos y me dejo llevar por la acción, pero hasta ahora no había nada que naciera de mí mismo.
Entonces, lo que ocurrió hoy... ¿No fui yo quien actuó primero?
Por un momento pensé en lo que había ocurrido con Hanazawa-senpai, pero al sentir que Mike empezó a verme extraño, opté por decirle "Haz lo que quieras" y subir al segundo piso. Después de todo, él era capaz de valerse por sí solo y no me importaba dejar las cosas de esa manera.
Luego de estar por lo menos media hora sumergido en la tina y tratando de entender todo lo que había ocurrido hoy, pero sin llegar a ninguna conclusión, decidí dormir temprano y no leer nada. Después de todo, dormir en clases no era suficiente.
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- Kei...
Su dulce voz se filtró entre los constantes pero suaves sonidos del viento: al cruzar entre las montañas y las hojas del árbol que estaba sobre nosotros.
- Kei...
Volvió a llamarme, pero esta vez su voz sonaba de más cerca y, a la vez, más cálida.
- Ya es hora Kei...
Esta vez su voz fue más clara, no solo porque había logrado despertarme al fin, sino porque sus labios estaban a escasos centímetros de mi oreja, provocando un hormigueo y cosquillas que me obligaron a sonreír y mover mi cabeza sobre sus suaves piernas.
Estaba durmiendo sobre su regazo y por eso, al abrir mis ojos y a través de sus pechos, admiré su rostro desde sus brillantes labios hasta sus grandes ojos azules. Su tierna mirada, bañada por las luces naranjas del atardecer y encubierta por su cabello que se movía al ritmo del viento, me cautivaron de tal modo que alcé mi mano y acaricié su mejilla suavemente.
- ¿Y si te digo que me gustas más?
Dije, provocando que su sonrisa se vuelva traviesa y se acurrucara sobre la palma de mi mano.
- Entonces te diría que volviste a caer en mi trampa.
Su rápida respuesta estaba dentro de mis expectativas. No solo por nuestros constantes arrebatos actorales, o porque la conocía tan bien que podía predecir y controlar su patrón de decisiones. Bueno, era todo eso, pero lo era así porque ella siempre estuvo conmigo. Aun cuando la razón de estar aquí significó sacrificar...
- Despierta Kei — me dijo con una sonrisa resignada, tras golpear mi frente con sus dedos —. No es momento para pensar. ¿No querías ver el atardecer?
- No... — respondí mientras me sentaba, olvidando lo que estaba pensando. Entonces puse mi mano sobre la suya y acorté la distancia entre nuestros rostros, casi tocando la punta de nuestras narices —. Yo dije que veamos el atardecer, solos.
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Donde todo empezó
RandomÉsta es la historia de Alex, un estudiante mitad peruano y mitad japonés, quien empezó a estudiar en Japón en su Primer año de Preparatoria. Sin embargo, lejos de ser una persona entusiasta, su actitud asocial lo convirtió en un solitario. Todo esto...