VOL. 2 Cap 3: Parte 4

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Capítulo 3:
Miedo
Reencuentro Inevitable

Parte 4

Tal vez era porque estaba sentado, pero la señora que había aparecido bajo el marco de la puerta me pareció más alta e imponente de lo que debería. En realidad parecía ser un poco más bajita que Shimizu, su cabello gris estaba recogido perfectamente y sus manos estaban cruzadas delante y sobre su yukata azul oscuro.

- ¿Qué pasa aquí?

Preguntó, al posar su caída pero rígida mirada sobre mí. No respondí de inmediato, pues hasta ese momento, lo único que mi cerebro pudo concluir era que se trataba de la abuela de Shimizu. Su mirada, tras sus lentes y los míos, resguardaban cualquier atisbo de emoción y no me permitían leer más allá que eso. Así que sin más remedio, intenté entender sus palabras. Recién en ese momento me di cuenta de que el agradable aroma del cabello de Shimizu, era ligeramente más fuerte. Ella estaba a escasos centímetros de mí, casi codo a codo.

- ¿Pequeña Aika, haz...?

Sin embargo, quien mostró la mayor expresión de sorpresa no fue más que la abuela de Shimizu, quien miró a su nieta parpadeando un par de veces. Fue entonces que Shimizu se dio cuenta de lo que había hecho y, sin demora, se levantó y acercó a su abuela.

- Querida Abuela, él es un amigo de la escuela. — dijo ella, pero no pudo evitar sonrojarse y tartamudear un par de veces.

- ¡Lamento la intromisión, me llamo Shion Alexander!

Y yo, aprovechando el momento, me levanté y me presenté, con una enorme reverencia y mostrando algo de nerviosismo. Mi costumbre de analizar a las personas me había hecho olvidar la etiqueta japonesa y mi reacción tardía era una clara ofensa.

Debo ser lo más cordialmente posible — Eso vino a mi mente mientras esperaba sus palabras, sin enderezarme. Sin embargo, pasaron un par de segundos y ella no respondía. Extrañado, intenté explicarme un poco más.

- ¡Lamento presentarme tan tarde pero...!

- ¿Keita....?

Sin embargo, aquella señora dijo un nombre que no pensé escuchar otra vez y mucho menos en éste lugar. Así que levanté mi cabeza y vi su expresión: Sus ojos verdes estaban abiertos de la sorpresa y su boca abierta me daba la sensación de estar tartamudeando.

- ¿Eres tú Keita? — preguntó, y por un segundo creí que se había quedado sin oxígeno.

- ¿Querida Abuela? — dijo Shimizu, confundida —. Se equivoca, él...

- ¿Segunda Abuela...?

Pero fui yo quien la interrumpió, ya comprendiendo lo que sucedía. Shimizu, de inmediato, se volvió a mí, sorprendida y extrañada.

- En serio eres tú... mi pequeño problemático.

Pero a diferencia de ella, su abuela me habló con más naturalidad y ternura, irradiando sentimientos que no podía definir. Más su voz parecía la de una madre que se reencontraba con su hijo, quien había vuelto después de mucho tiempo. Un poco más y podría llorar, o eso esperaba al verla actuar así. Pero al final, decidí quedarme callado por el momento.

- Vamos, quítate esos lentes. Así no te puedo reconocer bien.

Tal vez tenía muchos años, pero ella hablaba con bastante fluidez. Y ante su petición hice caso sin poner excusa alguna, pues aún no había decidido cómo actuar.

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