Capítulo 3:
Miedo
Reencuentro Inevitable
Parte 3
- ¡Ya volví!
Shimizu dijo el habitual saludo cuando llegas a casa mientras cambiaba sus zapatos de escuela por unas pantuflas plomas, con la suela y un bordado en forma de mariposa de color rosado.
- Con permiso.
Entré sin olvidar decir aquellas palabras, para luego sacar y usar un par de pantuflas azules para invitados del pequeño mueble.
Yo ya había explorado la casa un par de veces, cuando aún estaba abandonada, pero al entrar vi que la casa era tal como la recordaba, pues parecía no haber hecho muchos cambios. En pocas palabras, también era de estilo japonés tradicional, pero casi sin ninguna decoración.
- ¿Tu familia? — Le pregunté de repente, extrañado de que no había aparecido nadie.
- ¿Eh? — Sonó como si hubiera despertado de un pequeño sueño, pero se calmó lo suficiente para responderme —. Lo siento, mi querida madre todavía está trabajando en este momento y mi querida abuela debe de estar descansando en su habitación. Al parecer, Mitsuko-san ya debe haberse ido.
Su respuesta no me sorprendió, sino la forma en que lo hizo. No sé si era alguna especie de costumbre en su casa, pero ella empezó a hablar de una forma más formal y recatada. Podía entenderla gracias a su correcta pronunciación, pero muchos de los términos que utilizaba eran de un vocabulario que apenas recordaba. Sin embargo, no creí necesario mencionarlo, decantándome por preguntar por lo más obvio y siguiendo el flujo de nuestra conversación.
- ¿Mitsuko?
- Ah, lo siento otra vez, es quien ayuda a mi querida abuela con la limpieza y los quehaceres.
- Ya veo.
No pregunté más, no por alguna razón en particular, sino porque no necesitaba saber.
Así que me llevó por el pasillo, hasta llegar al corredor exterior. Ahí vi que el jardín había sido restaurado. Los setos que antes se veían deformes ahora eran perfectamente redondos. También habían podado algunos de los arces e incluso el enorme pino negro japonés que se encontraba cerca del pequeño estanque, el cual estaba rodeado de piedras decorativas recubiertas con musgo. Más aun, hicieron visible el camino de piedras que cruzaban el jardín y subían hasta adentrarse y perderse en el bosque.
En pocas palabras, su jardín era el centro de toda la casa además de estar directamente conectado al bosque. Claro, había un muro mucho más adelante, siendo una de las casas más grandes de la zona.
No me extraña que contraten a alguien para la limpieza. — pensé cuando giramos a la izquierda, aun en el corredor exterior, y pasamos por varias habitaciones hasta llegar a una ya abierta, la cual parecía ser un salón de té, con una mesa baja hecha de madera y con dos pares de cojines plomos en sus costados. En una pared había una pintura tras un florero, y al costado un estante con algunas cerámicas.
- Espera aquí, ahora vuelvo.
Asentí ante su formal petición y, después de dejar su maletín a un costado de la mesa, salió de la habitación. Entonces observé con más entusiasmo el lugar. Desde mi posición se podía ver perfectamente el corredor por donde habíamos venido. Sin embargo, el jardín nuevamente robo mi atención y curiosidad. Me quedé así, en silencio y viendo el bonito lugar mientras mis pensamientos se perdían quien sabe dónde.
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Donde todo empezó
Ngẫu nhiênÉsta es la historia de Alex, un estudiante mitad peruano y mitad japonés, quien empezó a estudiar en Japón en su Primer año de Preparatoria. Sin embargo, lejos de ser una persona entusiasta, su actitud asocial lo convirtió en un solitario. Todo esto...