Vol. 4: Cap. 2 - Parte 4

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Capítulo 2:
Una mirada diferente
Arianne

Parte 4

- Hasta que despertaste —dije, al verlo ya sentado sobre el sofá.

Por supuesto, todavía recuerdo lo que sucedió ayer. No podría olvidarlo. Pero tampoco quería actuar avergonzada. Así que sonriendo entre dientes, mientras aun secaba mi cabello, lo saludé.

Pero él no me respondió. Sino que siguió con la cabeza gacha y sin moverse.

- ¿Shion?

Dubitativa, me acerqué, justo para escucharlo murmurar varias cosas que no entendí. Siguió sin responderme.

- Shion.

Entonces sacudí su hombro. Levantó su cabeza.

- ¿...Tachibana?

Se veía pálido. Sus ojos decaídos apenas eran capaces de mantenerse enfocados en mí, mientras las remarcadas líneas de su frente sugerían un evidente dolor de cabeza.

- ¿Estás...? —sin pensarlo toqué su frente—. Dios... ¡Estás ardiendo!

- ¿Por qué no... me despertaste?

Preguntó mientras intentaba sonreír, como si apenas entendiera lo que sucedía. Pero incluso así se dio cuenta que salí a correr sin él. ¡Pensé que solo estaba cansado!

- No es momento para eso —lo regañé—. ¿Puedes moverte?

- Ah, si... —asintió y se levantó tambaleante—. Joder... mi cabeza.

Traté de apoyarlo, pero él solo se enderezó mientras sujetaba su cabeza.

- Saca ropa para salir y ven al baño.

Le dije, después de levantar su maletín sobre la mesa con cuidado. No esperé a que me respondiera y me dirigí al baño. Hice correr el agua en la bañera hasta casi llenarla calculando su temperatura.

Esto debería ser suficiente. —asentí justo en el momento en el que él entró.

- Está tibia —le dije al sacar mi mano y levantarme—. Sumérgete con cuidado, ¿de acuerdo? Solo unos minutos mientras llamo a la evaluadora y retrase tu turno.

- De acuerdo...

Después de recibir su asentimiento, salí y cerré la puerta del baño.

La llamé inmediatamente y descubrí que podía cambiar el orden, pero no de fecha. Así que después de colgar, busqué por mi Smartphone la clínica o el hospital más cercano. Había varias clínicas cerca y un hospital a solo unas cuadras. Suspiré aliviada, aunque no sabía los procedimientos que había que hacer en el hospital.

Conociéndolo, él debería saber algo, ¿no? Incluso puede que ya tenga una clínica exclusiva para él —pensé, pero por si acaso llamé a un taxi, para que nos llevará luego al Estadio de Londres.

Segundos después de que colgara y tuviera todo listo, la puerta se abrió y él salió vestido con el Jean azul que compró el otro día, junto a su polo gris y un suéter negro similar al que uso el día que llegué a Londres.

- ¿Te sientes mejor? —pregunté mientras caminaba hacia él.

- Si —asintió—, aunque no creo que aguante mucho así.

- Lo sé —respondí, mientras lo examinaba mejor. Sí, está mejor, pero no puedo relajarme—. Ya llamé a un taxi. Iremos primero al hospital o a una clínica. ¿Tienes...?

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