Capítulo 3:
Para ir más allá primero hay que librarse de los obstáculos
El gatillo inicialParte 2
Era un barranco de varios metros de altura. Las olas no dejaban de chocar y retumbar contra las enormes y afiladas rocas que había. Sin embargo, a pesar de tal peligro allí abajo, había tres figuras humanas colgando de cuerdas y escalando por aquel barranco.
Vestían trajes negros que cubrían sus cuerpos en su totalidad, y si no fuera por los arneses, sus armas y otros diferentes elementos que llevaban encima, no dejarían nada a la imaginación. En especial, por la única esbelta figura femenina que había entre los tres. Aun así, lo más resaltante de las tres figuras era sin duda las máscaras blancas que llevaban los otros dos, las cuales tenían dibujados una boca y ojos de color negro y que se diferenciaban por otras razones.
- Esto resultó ser más fácil de lo que esperaba.
Dijo una de las figuras masculinas, tras soltar una pequeña risa. La máscara, la cual tenía dibujado algunas líneas curvas y rojas alrededor de sus ojos, distorsionó su voz. Aun así, por el tono, cualquiera diría que se trata de un joven adolescente, lo cual no contrasta en absoluto con su altura y las líneas de su cuerpo en desarrollo. Sin embargo, justo acababa de saltar de una piedra a otra sin la menor vacilación y su voz no se vio perjudicada en lo más mínimo, ni siquiera sonaba cansada, a pesar de haber escalado ya varios metros.
- Cierto —le respondió el otro. Quien estaba colgando su cuerpo de una mano y decidiendo donde poner la otra. Parecía ser más alto y desarrollado que el otro, además de que, casi la mitad de su máscara, tenía dibujado algo parecido a llamas azules—. Solo espero que no se te ocurra simular a Encharted.
- ¡Oh...!
- Ni se te ocurra Stranger —amenazó e interrumpió la figura femenina, quien, al contrario que los otros dos, ocultaba su identidad bajo una capucha que guardaba su rojizo cabello y una tela negra que cubría su nariz para abajo, dejando ver solo su frente y sus ojos. Unos ojos de un iris tan rojo que casi parecía demoniaco. Sin embargo, su mirada estaba lejos de ser maligna—, de lo contrario duplicaré tus lecciones con Marcus.
- [A este punto, creo que necesita algo más grave Scarlet]
Dijo entonces una voz cansada, pero con un timbre ligeramente infantil, a través de unos micrófonos que los tres tenían en sus orejas derechas.
Esa voz provenía de una mujer de rostro juvenil, pero con ojeras tan grandes que si alguien le preguntara sus días sin dormir, la respuesta radicaría de entre tres a siete días. Alejó su mano del micrófono de sus auriculares rojos y arregló su desordenado cabello rubio atado en una coleta de caballo. Todo sin dejar de manipular su teclado con su otra mano libre, y sin alejar su mirada de la pantalla que tenía delante.
- ¿Qué tal vender ese dakimakura que compró la semana pasada?
Le dijo la chica que estaba junto a ella, también con unos auriculares rojos, manipulando su teclado y mirando a una de las varias pantallas que había arriba de las dos pantallas principales que ellas manipulaban. Su traviesa sonrisa, vista de perfil, se hizo más clara gracias a que también ató su ondulado, casi rizado, cabello con una liga que también dejaba ver su delicado y blanco cuello. Ambas llevaban ropa casual.
- [¡No!] —gritó de inmediato Mike, desesperado—. [¡Mi dakimakura de Albedo no!]
- [Entonces, ¿qué tal el de Rias Gremory?] —dijo Keita, riendo mordazmente, en medio de la risa de todos. Incluso Brian se estaba riendo mientras descansaba sobre el asiento del conductor, con su cabeza sobre sus manos.
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Donde todo empezó
RandomÉsta es la historia de Alex, un estudiante mitad peruano y mitad japonés, quien empezó a estudiar en Japón en su Primer año de Preparatoria. Sin embargo, lejos de ser una persona entusiasta, su actitud asocial lo convirtió en un solitario. Todo esto...