Capítulo 3:
Para ir más allá primero hay que librarse de los obstáculos
El gatillo inicialParte 3
La fábrica estaba ubicada a más de 180 kilómetros al norte del Lago Eyre, y créanme, aunque intentasen buscarlo por San Google —versión Maps— no serían capaces de encontrar otra cosa más que una zona desértica. Pero no se preocupen, el mundo está lleno, y muchas veces construido, a base de mentiras o medias mentiras. Conocer una no les hará mucho daño.
Salvo cuando quieran tener respuestas.
Como decía, después de varias horas y más que nada por disminuir mi velocidad cuando estaba a cinco kilómetros de llegar, llegué allí, la zona bautizada como la fábrica G. Rodeada por unas enormes y gruesas murallas, todo el lugar cubría alrededor de 3 kilómetros cuadrados. Había cinco torres principales —una en el centro y las otras cuatro en los puntos cardinales—, las cuales servían para controlar y crear una línea de defensa de toda la zona. La del centro, además de ser la torre principal y estar sincronizada con las otras cuatro, alrededor suyo era donde se encontraba los laboratorios, demás zonas de investigación y las oficinas principales. Allí estaba mi objetivo principal.
Pero para poder ingresar allí, necesitaba ayuda extra.
Toda la "fábrica" se dividía en varias zonas. Una zona residencial para los más de sesenta científicos que vivían allí, alrededor de cien guardias y otras doscientas personas entre trabajadores, familiares y otros. Las otras zonas se dividían entre centros de recreación, una clínica, comedores, centro de embarques.
En resumen, era como una pequeña ciudad. Por lo que mi primer objetivo era ingresar a la zona residencial, justamente en la zona VIP.
Eran alrededor de las cuatro de la madrugada cuando llegué a la puerta de su habitación. Un poco antes del tiempo estipulado, pero eso no me detuvo y rápidamente me agaché y lancé una tira de papel blanco por debajo de la puerta. Esa era la señal para señalar mi llegada, pues si tocaba la puerta sin tener la identificación de la habitación, la alarma se activaría. Así estaba programada. Según San Chris, cada individuo dentro de la fábrica lleva consigo una identificación, la cual sirve para proporcionar el acceso a las diversas áreas, según su grado de jerarquía. Para poder cruzar las puertas, Chris-sama me otorgó una versión más actualizada de mi llave multiusos. Sin embargo, para las habitaciones VIP y ciertos lugares importantes, es necesario tener las identificaciones originales.
Segundos después, el seguro de la puerta se desactivó e inmediatamente entré y cerré la puerta. Dentro había un pasillo totalmente oscuro, sin nadie alrededor. Caminé sin hacer ruido alguno hasta lo que parecía ser una pequeña sala. Fue en ese momento que las luces se prendieron y...
- Lo estaba esperando.
Dijo una dulce y clara voz, que inmediatamente robo mi atención.
Parada cerca del interruptor de la pared, lo primero que vi fueron sus piernas, cubiertas completamente por unas largas medias negras y por un corto pantalón gris que cubría unas pequeñas pero envidiables caderas. Su delgada cintura no hacía más que resaltar sus picos que tampoco eran muy grandes pero que eran agradables a la vista. Y su chompa negra, la cual se ajustaba y cubría perfectamente su esbelta figura, desde su cuello hasta sus brazos, no hacía más que resaltar sus elegantes curvas.
Su cabello ya no era semi-rizado como cuando era niña, tampoco era abundante, pero era lo suficientemente largo y ondulado para llegar a sus hombros y crear una capa de encanto y madurez juvenil. Más aun con la ligera sonrisa de astucia que sus seductores labios emitían junto a esos ojos semi-estrechados que intentaban parecer profundos y calmados.
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Donde todo empezó
RandomÉsta es la historia de Alex, un estudiante mitad peruano y mitad japonés, quien empezó a estudiar en Japón en su Primer año de Preparatoria. Sin embargo, lejos de ser una persona entusiasta, su actitud asocial lo convirtió en un solitario. Todo esto...