VOL. 2 -Entre lineas-

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El paisaje nocturno, diseñado a base de casas y residencias que guardan ciertas tradiciones japonesas como occidentales en sus diseños, era alumbrado por las luces del alumbrado público. Eran un poco más de las nueve de la noche, pero apenas había transeúntes por alrededor. Más que nada por ser un área residencial relativamente alejada de la ciudad.

En este paisaje urbano, la sombra de un chico se desplazaba lentamente por la acera.

Llevaba el uniforme de la escuela preparatoria más grande de la ciudad, y eso no era un hecho extraño, salvo tal vez por lo tarde que era y que todavía usaba su uniforme. Sin embargo, no había nadie quien cuestionara esa insignificante cuestión.

Aquel chico caminaba agachado, mirando detenidamente la Tablet que llevaba en su mano derecha y escuchando el audio mediante unos pequeños audífonos.

Al poco tiempo, evitando las luces de los postes, se quitó uno de los auriculares, sacó un Smartphone de su bolsillo y luego de manipularlo por un segundo, empezó a realizar una llamada.

- ¿Aló?

Se escuchó al receptor de la llamada, quien parecía estar distraído. Era la voz medio ronca de un hombre que no parecía ni joven ni muy viejo, quien contestó hablando en español, pero su tono más parecía una copia barata del italiano.

- ¿Aló, tío? — El chico habló con alegría mientras reanudaba su caminata.

- ¡Ah, sobrino! ¿Qué se te ofrece esta vez? ¿Lentes atraviesa paredes? ¿Intercomunicadores? ¿El último Porche? Sabes, me acaba de llegar un cargamento bastante grande, e incluso ya salió la cuarta generación de armas láser de la fábrica. ¡Están esplendidas!

- Mm~ tentador... Pero no. Tío ¿escuchaste sobre unas cartas o tarjetas que pueden crear barreras que paralizan una línea de tiempo o que puedan crear un "espacio cerrado"?

Cuando esa persona reconoció la voz de su sobrino, empezó a hablar amigablemente e incluso su tono lo hizo ver como un mercader metido de lleno en su negocio (lo cual no estaba muy lejos de su vocación), pero cuando escuchó la razón de la llamada, fue como si se hubiera quedado sin aire. Pero el chico parecía esperar esa reacción, pues no quitaba la expresión de sus labios.

- ¿De dónde escuchaste eso? — preguntó el hombre, reservado y vacilante.

- Mm... — Pero su sobrino aún mantenía su tono alegre —. La verdad es que un amigo mío se encontró con una persona que los poseía.

- ¿Un amigo? — preguntó, como si quisiera interpretar las palabras de su sobrino —. ¿Te encontraste con uno de ellos?

- Sí... y no — respondió el chico, vacilante pero juguetón.

- Solo espero que no sean del lado radical... — suspiró el hombre, como si se hubiera rendido.

- Pero tío — prosiguió el chico —. Ya sabes que ese dicho de que "en el mundo hay cosas que es mejor no preguntar", no se aplica conmigo. Además, estoy seguro que mi amigo se internará aún más en ese mundo y es seguro que necesitará que le cuiden la espalda.

- ¿...Estás seguro de hacer esto? — preguntó el hombre, cargando en su voz pesados sentimientos. Tal vez de un pasado cercano, y de lo que podría ocurrir en el futuro.

- No veo por qué no~ — Pero el chico no lo pensó ni siquiera un segundo para responder, aumentando más su entusiasmo.

- Vaya... típico de mi sobrino — dijo el hombre, con un tono hilarante —. Está bien, te mandaré la mercancía al mismo lugar de siempre.

- Gracias tío. ¡Ah! Me olvidaba.

- ¿Te interesa algo más?

- Sí, también necesito que me consigas unas nano-cámaras más resistentes, hablamos luego.

El chico cortó la llamada sin esperar respuesta, tal vez para evitar preguntas mayores, y nuevamente guardó su móvil en el mismo lugar del cual lo saco. Al hacerlo, se detuvo bajo la cercana luz de un poste y levantó su cabeza para observar el cielo, dejando que la luz alumbre su rostro completamente.

- Será un pequeño contratiempo, pero se lo debo.

Dijo con una sonrisa, pero no era la misma de hace unos instantes, sino la de alguien preparado para ensuciarse las manos si era necesario y no lamentarse de hacerlo.

Al bajar su brazo que sostenía la Tablet, dejó ver las imágenes que se proyectaban. Eran las imágenes de una mujer sujetando una especie de lanza de fuego en sus manos, mientras se abalanza más cerca a la posición de la cámara.

Ese chico se hacía llamar Mike en esta parte del mundo.

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