Capítulo 2:
Una mirada diferente
ArianneParte 7
Cuando desperté, la habitación estaba en completa oscuridad.
La cabeza por fin me había dejado de dar vueltas y solo sentía un ligero malestar muscular.
Ya pasó... —Suspiré aliviado.
Desde que desperté, era la primera vez que me enfermaba; y tal como dijo Mike: Era horrible. Especialmente cuando las pastillas y las vacunas apenas ayudaban. No solo porque el efecto duraba apenas unos minutos, el rebote se sentía incluso peor.
Según Mike, esto se debe al componente SE que asimilamos de niños. Y una de sus secuelas hizo que nuestros cuerpos sean altamente resistentes a agentes externos, ya sean positivas o negativas, enfermedades o medicinas. En otras palabras, enfermarnos era bastante difícil. Pero también fue malo a la inversa, ya que si nos enfermábamos, nuestras defensas, que también son demasiado altas, siempre nos causa una terrible fiebre.
Solo necesitábamos esperar y descansar, pero eso en sí mismo es una gran tortura. Sin contar que en el peor de los casos podríamos llegar a delirar, y alucinar cosas como si hubiésemos tomado drogas.
Por suerte esta vez no fue tan grave. Pero eso no borra todo lo que sucedió hoy.
Y es por eso que cuando me senté, mi mirada naturalmente se dirigió a la otra cama a mi costado.
La oscuridad me impedía verla por completo. Apenas podía distinguir su silueta dibujada bajo las sábanas blancas. Estaba dormida. Eso me decía su regulada y suave respiración que, en esta silenciosa habitación, me resultó más fuerte de lo normal. Pero ese no era el problema, sino las ganas que tuve de acercarme y verla dormir.
Puede que como venganza o curiosidad. Pero no era tan idiota como para intentarlo siquiera, salvo que realmente estaba tentado a hacerlo.
Sin embargo, no es por eso que me deshice de las sábanas y me levanté con el más mínimo ruido posible. Mucho menos fue por eso que caminé lentamente por delante de su cama.
Es porque necesitaba ir al baño.
Salvo que después de terminar y mientras cerraba cuidadosamente la puerta...
- ¿Ya te sientes mejor?
- ¡...! ¡Mierda! ¡Tachibana! ¡Casi me matas del susto!
De verdad que lo hizo. Mi corazón incluso latía a mil. Aun así, fui capaz de contener mi voz a modo de susurro mientras me apoyaba en la puerta del baño, ya cerrada. Sin embargo, no recibí respuesta alguna. Solo silencio.
Confundido, traté de enfocarme en ella. Se había girado para el otro lado. Y no había que ser genio para saber que se había enojado.
Me desperté varias veces durante el día, muchas de ellas por la incomodidad que me provocaba el sudor, o cuando tenía hambre, sed o necesitaba ir al baño. Eran pequeños momentos de lucidez, pero ellas siempre estuvieron allí para ayudarme. Ya sea Tachibana que, sin que se lo diga, sabía cuándo darme un paño frio para quitarme el sudor o cuando me daba un vaso de agua fría. Arianne en cambio, me ayudó a comer una sopa de verduras que supongo ella preparó, salvó que me obligó a que ella misma me alimentara. Recuerdo que en ese momento, inconscientemente, miré hacia donde estaba Tachibana, mirándonos: Ella desvió la mirada y no fui capaz de leer su expresión. Sin embargo, todavía puedo recordar las pequeñas sonrisas que me daba a modo de respuesta cada vez que le agradecía; diciéndome, suavemente: "Descansa tonto".
Por eso caminé hacía mi cama, me senté y encendí la pequeña lámpara.
La luz iluminó nuestras camas y poco más. Ella seguía volteada a este lado, pero su rostro estaba cubierto bajo la sábana.
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Donde todo empezó
AcakÉsta es la historia de Alex, un estudiante mitad peruano y mitad japonés, quien empezó a estudiar en Japón en su Primer año de Preparatoria. Sin embargo, lejos de ser una persona entusiasta, su actitud asocial lo convirtió en un solitario. Todo esto...