Vol. 4: Cap. 2 - Parte 3

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Capítulo 2:
Una mirada diferente
Arianne

Parte 3

No pienses.

No lo hagas.

No sabes nada.

Me recité una y otra vez.

Una y otra vez.

Y a pesar de todo, lo hice. Y cuando lo hice... No había nada. Los sonidos habían desaparecido, y cuando abrí los ojos, lo que encontré fue solo oscuridad. Sea donde sea que mirara, no había nada más que oscuridad. Nada más. Es entonces que me di cuenta que ya no sentía nada. Ya no pensaba nada. Nada de nada.

Hasta que de repente, un fuerte dolor me asaltó y desperté.

Los sonidos habían vuelto. De los autos, de una sirena en la lejanía, de alguien lavando servicios. Alguien hablando quien sabe qué por su teléfono, y otras pocas voces a mí alrededor. Y los pasos de alguien que caminaba por detrás de mí, alejándose.

Entonces me volví y vi una espalda alejándose por la calle. Sola, a pesar de no ser la única caminando en la acera. Pequeña, a pesar de no estar tan lejos.

Y es esa imagen la me obligó a levantarme sin demora e ir a la Caja a cancelar, solo para saber que Arianne había cancelado por los tres. Pero no había tiempo para pensar, Tachibana seguía alejándose sin mirar atrás. Sin embargo, cuando la alcancé y abrí mi boca para hablar... Ni una sola palabra salió de mí. Ni siquiera pude avanzar los pocos pasos que me faltaban cuando me pregunte:

¿Y qué le digo? — ¿Cuánto le podía contar?

Y una vez más me encontré con ese tipo de decisiones. ¿Hablar o no? Y que pensándolo con calma, la respuesta habría sido simplemente ocultarlo todo, hacerme el tonto, o como ella diría, hacerme el misterioso. Como siempre. Pero había un ligero y palpitando dolor en mi pierna derecha que, no me dejaba hacerlo. Sin duda un puntapié suyo para despertarme. Al mismo tiempo que era su forma de decir que estaba enojada. Pero es que cuando lo está, también me lo diría de frente. Y aun si mis pasos eran obvios, ella no se giró a verme. No emitió ni siquiera una queja. Pensé entonces que se estaba aguantando para cuando llegáramos al hotel. Sin embargo, aun cuando esperó a que yo abriera la puerta, simplemente entró y prendió las luces sin decirme nada.

Pasó de largo la sala y sin siquiera cerrar la puerta, ella entró directo a la habitación. Y cuando me acerqué a la puerta, la encontré tirada en su cama boca abajo. Fue en ese momento que ella por fin habló:

- Que horrible forma de terminar el día...

Era una queja, pero no había regaño alguno en sus palabras. Ni siquiera se volteó a mirarme. Solo lo dijo, con su rostro enterrado en su almohada, como si se lamentara para sí misma y no esperase ninguna respuesta de mí.

Ahora que lo pienso, ¿cuándo fue la última vez que ella se quejó de verdad...?

No había caído en ello hasta ahora. Si, se quejaba como siempre, pero no había ese tono crítico en sus palabras como antes lo hacía. Tan solo era su manera de abrir una conversación, o simplemente cuando quería burlarse de mí. Nada más, y creo que es por eso que tuve la necesidad de disculparme.

- Tachibana...

- No te atrevas a disculparte —me calló apenas dije su nombre. Entonces se giró y levantó ligeramente su cabeza para mirarme de soslayo—. Tu linda amiguita ya me malogró la cena. No lo empeores, ¿quieres?

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