Si mi sentido del tiempo no me falla y si mi cuerpo no me está jugando una mala pasada, puedo decir con seguridad de que ya casi es verano aquí en Japón. En otras palabras, a mitad de Junio. Y no había mejor forma de saberlo, pues al subir la pendiente hacia la escuela se podía sentir un ambiente agradable, entre el calor del recién levantado sol y la constante brisa del mar.
Y si mal no recuerdo, la Diosa del tiempo anunció que la temperatura en la ciudad irá subiendo durante los siguientes días... Mierda, otra vez la llamé así. Bueno, si vuelvo a escucharlo nombrarla así otra vez, le daré una patada en el trasero.
Metido en estos pensamientos, miré a mí alrededor. Por donde sea que mirase, había estudiantes y todos tenían el mismo destino que el mío. Además, utilizaban mí mismo uniforme: Una chompa negra sobre una camisa blanca, corbata, y pantalones/faldas de un tono más claro.
Mientras los observaba, una pequeña y fría brisa me hizo parar y desviar mi vista hacia el mar y los distritos cercanos a él y que se perdían hacia el este. Tras las barandas, se podía ver la ciudad, o la parte suroeste de ésta. La luz del sol ya cubría la mayor parte de las casas y edificios, salvo por las que estaban más cerca al monte, pues durante las primeras horas de la mañana oculta poco menos de la mitad del sol. También suelen llamarle "La Isla", porque entre el terreno que separa ésta del resto de la ciudad está a la misma altitud del mar. Había más por el ver a los otros extremos, pero la colina y las infraestructuras que rodeaban al otro costado de nuestro camino, me impedían ver más allá.
Mi escuela se encontraba en uno de uno de los distritos más cercanos al bosque y al monte. Ubicada sobre una gran colina y rodeada por una pared de más de 3 metros, además de ocupar un área de varios de cientos de metros, estaba mi preparatoria. Era la más grande y por lo tanto la más importante de todas, pues allí, recurrían alumnos de más de cinco distritos, aunque lamentablemente (para algunos), el camino para llegar allí es un tanto largo.
En mi caso, mi casa se ubica en la parte suroeste del monte, y necesitaba bajar unas cuantas cuadras y después subir la pendiente dividida en varias curvas. Todo en unos veintitantos minutos. Al terminar el recorrido, la entrada principal sale a la vista tras unos grandes árboles de zalkoba. Tenía la forma de un pequeño arco, con el nombre de la escuela inscrito en él. Ya adentro, hay a un camino relativamente largo, totalmente rodeado por varios árboles de Sakura, del cual no puedo disfrutar de su esplendor ya que su temporada fue hace unos meses atrás. Luego, después de subir unas cuantas gradas y girando hacia la izquierda, se encuentra un edificio con libre paso hacia el interior, algo así como un túnel. Cruzándolo hay una gran área verde con pasadizos hechos al estilo mosaico. El edificio, antes de entrar hacia esa área verde, posee dos pasadizos para ingresar a los edificios principales a ambos lados, ahí se encuentran las casillas para los zapatos.
Entré al lado derecho y luego de cambiarme de zapatos, ingresé más adentro. Subí al segundo piso y entré a mi aula.
Primer año, Sección "C", para abreviar "1C".
Ni bien entré al aula, me topé a todo el mundo más movido de lo normal, rumoreando algo sobre un nuevo estudiante o algo así. No tenía que ser genio para entender ese tipo de desarrollo.
Bueno, de todos modos no es de mi interés.
Solo hice oídos sordos a ello y caminé silenciosamente hacia mi asiento, el último de la fila junto a la ventana. No sé si tenía demasiada suerte, pero siempre quise sentarme en esa parte de la clase. Influencias de Mike supongo.
Luego de acomodarme y apoyando mi mejilla sobre mi mano, como si estuviera aburrido, la puerta se abrió de golpe.
- ¡Buenos días a todo el mundo!
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Donde todo empezó
RandomÉsta es la historia de Alex, un estudiante mitad peruano y mitad japonés, quien empezó a estudiar en Japón en su Primer año de Preparatoria. Sin embargo, lejos de ser una persona entusiasta, su actitud asocial lo convirtió en un solitario. Todo esto...