VOL. 3 Cap. 2: Parte 5

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Capítulo 2:
Recordando el pasado y asumiendo un papel para el futuro.
Somos más que un equipo.

Parte 5

- ¿Qué misión es esta vez? —preguntó Alex con un gran bostezo.

Cuba era, sin lugar a dudas, una isla tropical. Y hoy, un jueves a finales de junio, la temperatura era tal que andar con un short y un bivirí era demasiada ropa, aun si no tomas en cuenta la ropa interior. No, no llegué a esos extremos, pero si no fuera por la ligera frescura que todavía tengo tras una ducha fría, tal vez lo hubiera hecho. Y al parecer, Alex no se sentía muy diferente pues también vestía un polo sin mangas blanco, junto a un short hawaiano. Uno azul para ser precisos, siendo el mío con el diseño de un atardecer con palmeras.

No era la primera vez que veníamos, por lo cual volvimos a hospedarnos en la misma residencia de la vez pasada. Sin embargo, esta vez no era por entrenamiento o turismo, sino por una misión. Nuestra décima quinta misión tras más de un año desde que sucedió la primera.

- Es tarde Alex.

Escribiendo en su portátil y abstraída en sus pensamientos, Jenny-nee lo regañó desde un costado de la habitación. Estaba sentada sobre el gran sofá con las piernas dobladas y con el portátil en medio. Su voz, un poco distorsionada por el mañanero chupetín sabor naranja, tenía un ligero timbre infantil, pero con el cansancio y neutralidad que había detrás de esa voz, nadie pensaría en ella como una niña.

Como todas las mañanas, su semi-largo cabello rubio era un desastre y apenas estaba sujetado por su habitual coleta baja. Hoy sus ojeras eran aceptables, pero sus ojos se veían tan cansados como siempre. Y su largo polo blanco sin mangas, que se sobreponía a su short de jeans celeste y su bivirí negro, parecía ansioso de mostrar más piel de lo necesario. A nadie le pareció extraño pues eran sus prendas favoritas para estar en casa y que, considerando su baja estatura, le daban una sensación extrañamente libre y madura.

Por supuesto, si Brian estuviera cerca, ella no estaría tan despreocupada.

- Lo siento, pero me desvelé... un poco.

Respondió Alex mientras volvía a bostezar y se sentaba en su silla, al costado de Mari, frente a mí y dándole la espalda a Jenny-nee. La moderna mesa no era muy grande así que yo, desde arriba de los papeles que tenía en manos, pude ver como unas pequeñas lágrimas se escapaban de sus ojos mientras abría su boca. Jenny-nee no se distrajo ni un instante.

- Mari...

Pero nuestra maestra, Jessi-nee, quien estaba sentada en la cabecera de la mesa, dejó de revisar su copia del informe, se quitó sus lentes de marco purpura y le reprochó a Mari el no echarle un ojo a Alex.

- Lo sé —respondió ella, tratando de evadir su mirada tras su propia copia—. Pero no quería molestarlo, ya sabes cómo se pone cuando encuentra algo interesante.

- Mari... —Pero Jessi-nee no apartó su mirada, esperando escuchar la verdad.

- Solo sé sincera pequeña. —Jenny-nee le advirtió sin apartar los ojos de su portátil.

- Está bien... —Mari se resignó, dejando los papeles sobre la mesa. Sus mejillas estaban rojas, pero su traviesa sonrisa decía que no era por vergüenza, más aun cuando lo miró con cariño—. Es que se veía tan concentrado...

- Tú eres la única que me comprende, querida. —Y Alex la miró de la misma manera, poniendo su mano sobre la suya.

Y así, empezaron a mirarse a los ojos con mucho amor y cariño. O esa era su forma de decir que no estaban arrepentidos en lo más mínimo. Además de que aprovecharon la ocasión para armar otra escenita de coqueteo, de aquellas que siempre cansan a Jessi-nee.

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