Háblame de tú

683 59 10
                                    

-No puedo Albert, todo lo que me dices me hace sentir muy bien e incluso podría aceptar, pero, no lo considero correcto...

-Adele, por favor piénsalo, de cuántas maneras tendré que decírtelo para que entiendas...

-Es que sí lo entiendo - se acerca hacia mí- pero, me causa conflicto, en ocasiones tienes cambios repentinos de emociones y no sé a qué se deba, ahorita me bajas la luna y las estrellas pero en un minuto puedes odiarme y no entiendo, no encuentro un por qué a eso.

-Tú lo provocas, esto que me causas cada vez cobra más efecto, entiéndelo, me vuelves loco, siento que mis piernas tiemblan cuando estoy a tu lado, mi corazón late al mil. Me enamoré de ti - dice con una mano en el corazón.

Mierda, cómo explicarle que a mí con él lo único que me interesaría es meramente una amistad y relación entre alumna y maestro.

-Yo- me quedo fría- no sé qué decirte, tengo que procesar todo esto y ahora se me hace tarde, lo siento.

-Bien, ve a tu clase. Te veo hoy en la noche en el restaurante de la vuelta.

-Perfecto.

Salgo de su oficina y voy pensando en todo lo que me dijo, quizá no sea una idea tan descabellada intentar algo con él, aunque físicamente es muy atractivo no siento nada más allá de atracción física por él, me duele porque él por mí siente algo más, pero, es hombre, los hombres no aman así, quizá tenga una noche de pasión a su lado y lo eche... Así como son ellos con nosotras.

Entré al aula y ahí estaba, tan guapo como siempre, con esa linda sonrisa y esa actitud tan bella de siempre, ahí estaba viendo pasar el tiempo, el maestro Simón.

-Buenos días señorita Adkins- me saluda con una sonrisa fenomenal de oreja a oreja.

-Buenos días maestro- digo con una sonrisa nerviosa.

-¿Qué tal ha ido su día Adkins?

-Bien, dentro de lo que cabe, supongo que muy bien- río- ¿Y el de usted?

-Que bien, me alegra. Háblame de tú Adele, me siento muy viejo cuando me dices usted, en especial tú- me dedica una sonrisa- sé que soy tu maestro solamente, pero tú háblame de tú.

-De acuerdo Simón, pero tú dime Adele o Delly, no Adkins, que me fascina mi apellido pero prefiero mi nombre, el apellido me parece demasiado formal.

-Ya quedamos Delly- Me guiña un ojo.

La clase siguió y siguió y mientras ésta seguía, yo me hallaba perdida entre la barba tan sexy de Simón. La campana sonó y se nos permitió la salida.

-Pueden salir ya chicos.

-Gracias, adiós Simón- le digo antes de cruzar la puerta.

-Adiós Delly.

Al término de todas mis asignaturas, fui a mi habitación y Laura aún no llegaba, por lo tanto, busqué el atuendo que me pondría para la cena con Albert y seguido de esto me duché, fue una de las duchas más tranquilas que había tenido en días. Al salir de la ducha comencé a arreglarme. Cuando quedé lista, partí hacia el restaurante en el cual me citó.

Al llegar lo vi a él sentado en un mesa hasta el fondo, un poco escondida , supongo que por el hecho de que está muy cerca de la facultad y alguien podría vernos. A lo largo vi que me hizo señas, para que lo que viera y en seguida fui a sentarme con él.

-Siéntate- se levanta de su asiento, se acerca a mí me saluda de un casto beso en los labios y saca la silla y me invita a sentarme.

-¿Y bien? ¿Para qué soy buena? ¿Cuál es el motivo de esta cita?

-Solamente deseo pasar un tiempo contigo.

-Pero en la universidad nos vemos todos los días.

-Sí pero hoy quiero verte como nunca te veo en la universidad.

Se acerca el mesero.

-¿Desean ordenar?

-Sí- dice Albert- A ella dale una ensalada y a mí también y además trae el mejor vino que tengas.

-Sí señor- responde el mesero.

-Déjame te digo que te ves exquisita Adkins.

-Gracias Albert.

La noche fue transcurriendo, entre bebida y bebida y pláticas se nos pasó la noche volando. Yo me encontraba un poco pasada de copas, por lo que Albert me invitó a su casa y acepté ir.

-Bienvenida a tu humilde casa- dijo al abrir la puerta de aquella hermosa mansión.

-Que belleza - dije arrastrando un poco las palabras pues el vino se me había subido un poco.

-Siéntate en el sofá- dijo guiándome al sofá.

Albert me ayudó a tomar asiento , mientras me quedé ahí, tranquila, él me daba otra copa de vino.

Me la tomé como si fuera agua, acto seguido él se acercó demasiado a mí, quedando a centímetros de distancia. En ese momento , la osada fui yo y le planté un apasionado beso en el que hubo una excitación tremenda, pues ya nos encontrábamos al calor de las copas y además de la cercana proximidad entre su cuerpo y el mío.

-Eso era lo que quería Adkins, que me besarás como la acabas de hacer.

-Cállate y bésame- le dije.

Mientras nos besábamos, una de sus manos se encontraba en mi nuca , mientras que la otra descendía por todo mi cuerpo.

-¡Qué bien besas Adele! - sentí cómo se excitaba con cada beso que nos dábamos.

-Me encantas Simón, hazme tuya.

En ese momento Albert se separó de mí y vi como salía fuego de sus ojos, en ese momento pude darme cuenta que lo había cagado todo así como también me di cuenta que de quien en realidad me había enamorado era de Simón.

*Aquí he un capítulo más , espero sea de su agrado, saludos* ❤😋

Simon, I miss you (Terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora