Osadía

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En las últimas semanas no dejo de pensar en el maestro Simon y en Albert. Simon tiene algo que lo hacer ver mil veces más interesante que el maestro Albert. Albert tiene un cuerpo súper apetitoso y Simon su personalidad lo hace lucir sexy sin tener un cuerpo de modelo...

-Adele ¿Tienes una liga para cabello? – Laura interrumpe mis pensamientos.

- ¿Eh? ¿Qué? No, no tengo-Le dediqué una sonrisa tímida- Es raro cuando tengo el cabello peinado Laura.

-Emm bueno, gracias. Ya me voy tengo clase de derecho penal.

-Mucha suerte Lau...

-Gracias e igualmente con tu maestro Albert – hace una cara con deje pícaro.

Se fue Laura y segundos después decidí irme yo, tenía clases efectivamente con Albert.

-Buenos días chicos- dice al entrar al aula.

-Buenos días- contestaron unos y algunos otros no lo hicimos.

-Hola, señorita Adkins- extiende la mano.

-Hola maestro Albert- le respondo el saludo y estrechamos manos.

-El día de hoy, veremos en qué se basa el sistema límbico, seguramente saben lo que es, ustedes tienen un previo conocimiento sobre qué significa, así que hoy les preguntaré. – me perdía un poco en el mover sus manos y cómo se marcaban los músculos en la camisa que llevaba puesta- Bien, el sistema límbico es aquel que manda las señales a nuestro cuerpo, desde el hecho que nos da calor hasta levantarse del asiento para ir a prender un foco.

Me perdía el color de sus ojos y viendo la forma en que su lengua acariciaba cada palabra pronunciada por aquellos labios tremendamente hermosos, no sabía qué me estaba pasando, pero ese maestro me llenaba de intriga, quería saber mucho más sobre él, acariciar con mis manos su escultural cuerpo, ese hombre sacaría la lujuria más escondida dentro de mi cuerpo, me encanta.

-Señorita Gloria ¿podría mencionar dos de las partes que conforman al sistema límbico?

-No sé maestro, no busqué nada.

-Hmm, bueno... señorita Adkins.

- ¿Eh? ¿Qué? Perdón- interrumpe mis pensamientos.

-Que si sería usted tan amable de mencionar dos de las partes que conforman el sistema límbico... -Dice riendo

-Sí claro – carraspeo- el hipotálamo, la amígdala, el hipocampo...

-Dije sólo dos- me interrumpe- pero muchas gracias señorita Adkins- guiña un ojo.

El maestro Albert nos permitió salir 30 minutos antes de la hora de salida, mientras yo guardaba mis cosas, cuando ya todos salían del aula, Albert me mandó a llamar.

-Adele ¿Puedes venir por favor? Pero a mi oficina.

-Sí maestro- me levanto del pupitre y me dirijo tras de él hacia su oficina.

-Señorita... - se sienta en su escritorio y me parece demasiado autoritario.

-Dígame- le lanzo una sonrisa nerviosa

-Me tiene realmente impresionado con lo que sabe de mi materia, pero sobre todo con su belleza.

-Gracias- me sonrojé

-No se ponga roja, es un halago a usted, es bueno reconocer los atributos de los demás y sobre todo si es alguien como usted, alguien inteligente y sobre todo muy, muy hermosa- hace énfasis en la palabra muy.

-Gracias de nueva cuenta.

Albert se levantó de su lujosa silla de oficina y se acercó a mí.

-Creo que ya me voy maestro, debo almorzar – eran más que evidentes mis nervios, me levanté de mi silla y me dirigí hacia la puerta.

-No, no te vayas- me toma de la cintura y me arrincona a unos centímetros de la puerta.

-Profesor... ¿Qué le pasa? - me sorprende su reacción.

- ¿Qué me pasa? Me pasa que desde que te conocí me vuelves loco, tu inteligencia, esos ojos con ese color tan precioso, esos labios tan carnosos. Me muero por degustar el sabor de tus labios de tu cuerpo.



*NOTA* Una disculpa por dejar más de una semana sin actualizar, pero la escuela me tiene bajo mucha presión y tarea. Espero sea de su agrado el capítulo. Saludos. Rox. 

Simon, I miss you (Terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora