29. ¿Qué ha pasado con mi Ann?

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Una vez me meto en el coche, Thomas saca una sonrisa deslumbrante.

-¿Lista? -asiento- Creo que estoy más nervioso que tú -se ríe-. Oye, Ann, Hunter dice que no quieres matar a nadie, pero... ¿Puede llevar esto? -me pasa una navaja de tamaño considerable-. Es solo por precaución, obviamente. Creo que te sentirás más segura si llevas un arma contigo, aunque no vayas a usarla.

Dudo un poco pero acabo aceptando el arma. Supongo que tiene razón.

Me tiro todo el camino pensando en qué cosas pueden pasar y mis posibles reacciones, además, repaso mentalmente el día para comprobar que no he atraído la mala suerte. Espero que no se nos cruce ningún gato negro, ni tengamos que pasar bajo unas escaleras.

-¿Estás bien? Te noto algo seria -asiento-. ¿Pongo algo de música? -vuelvo a asentir- Es normal que estés algo nerviosa, pero confía en mí, no te pasará nada -pasan unos segundo en silencio hasta que vuelve a hablar-. ¿Quieres que volvamos a repasar el plan?

-Entramos sin ser vistos, después, te seguiré hasta la habitación en la que se encontrará William, el hombre al que tienes que amenazar de muerte para que devuelva sus deudas a tu jefe y, por último, volveremos al coche donde Hunter nos avisará cuando acabe su trabajo y volvamos a la vez a casa.

Él me dedica una mirada por primera vez mientras conduce, su mirada transmite tristeza. Pone una mano sobre mi muslo y lo aprieta con delicadeza, luego vuelve al volante.

-No sé qué estarás pensado, pero tranquilízate. No va a pasar nada malo -sonríe pero no llega a sus ojos.

Él está más nervioso que yo.

-Hemos llegado -asiento y ambos salimos del coche a la vez.

Caminamos durante unos diez minutos, ya me había avisado de que tendríamos que andar un poco para que no viesen el coche y se prepararan para nuestra intromisión. Es una casa inmensa con la fachada caoba, tres plantas y con un inmenso jardín. Más que deber dinero, parece que le sobra. Thomas me hace un gesto para que me agache y él hace lo mismo. Damos una vuelta por la inmensa casa, hasta que vemos una ventana abierta. Thom me ayuda a entrar y después lo hace él, me sorprende su agilidad, se nota que ya está acostumbrado a estas cosas.

Estamos en una especie de salón-comedor gigantesco, los muebles tienen un estilo rústico y la televisión está justo encima de la chimenea, por lo que supongo que no la encienden mucho. Caminamos hasta salir a un pasillo que, a mi parecer, tiene pinta de no acabarse nunca.

-No hay nadie, es demasiado fácil -susurra Thomas a la vez que se muerde el labio. Esto hace que me ponga nerviosa-. Pareces una especie de amuleto -me guiña un ojo.

Sé que lo último lo ha dicho para tranquilizarme, aunque ha sido en vano.

Seguimos caminando y pasamos por varias puertas, en las que ni nos molestamos a abrir. Una, dos, tres... Siete. En la séptima puerta, Thom se para en seco y me hace un gesto para que guarde silencio.

-Es aquí -susurra tan bajo que tengo que analizar lo que dice- ahora viene lo divertido.

De pronto tiene un arma en su mano y abre la puerta. Yo me quedo en el marco de la puerta, medio escondida porque no me atrevo a salir. Me asomo un poco y observo un despacho y un hombre sentado, al que no puedo verle la cara puesto que se encuentra mirando por una ventana, supongo que es William. Thommy está apuntándole con el arma, pero parece demasiado tranquilo, como si se lo esperase. Trago saliva y cruzo los dedos. Aún no me atrevo a salir.

-Hola Will, cuánto tiempo. ¿Cómo están tus hijas? ¿y qué hay de tú mujer? He escuchado por ahí que se encuentra en el hospital central, ¿no es así? -en ningún momento Thom baja el arma y parece la mar de divertido. William se ha puesto tenso y por fin mira directamente a mi amigo.

Enamorada del asesino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora