Capítulo 3: Emociones

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El reflejo de mi rostro en el lago cristalino ahora era diferente, no había razón de la cual huir. Alex tenía razón, en cuanto me alimenté de aquel ciervo, mis ojos comenzaron a volver a su tonalidad café, hace un año aquel color en mis ojos me hubiese desagradado, pero ahora podría preferirlo antes que cualquier otro. Casi podía decir que parecía la misma persona de siempre.

Tal vez lo era.

No podía seguir siendo tan cruel conmigo misma, después de la larga charla que había tenido con Alex sobre cómo debo sentirme acerca de lo que sucede, sólo me empeñaba en hacerle caso, y estar junto a él era lo que más quería por ahora.

―Debemos seguir―veo su reflejo a un lado del mío, sólo que él, a diferencia de mí, se encuentra de pie.

―No quiero regresar a la mansión―dije haciendo una mueca.

Y es verdad, todo lo que quiero es estar alejada de todos los que pueden haber estado implicados en mi transformación, aunque James haya confesado que fue él quien lo hizo, no quiero ver a nadie más que no sea Alex.

―No planeaba que lo hiciéramos―dice y yo esbozo una sonrisa instantánea―. Es tu iniciación, tus emociones están a flote, podrías asesinar a alguien allí.

En una fracción de segundo ya me encontraba a su lado, algo que no tenía planeado. Maldigo para mis adentros tratando de recordar el mini entrenamiento con Alex, debía controlar mi rapidez si no quería llamar la atención en cuanto saliera a la ciudad, si es que algún día lo hacía.

Veo que Alex esboza una sonrisa burlona ante mi fallido movimiento.

―¿Hay alguna razón para que yo asesine a alguien?―lo miro ceñuda.

Su sonrisa desaparece.

―Sí, cosas que aún no sabes, cosas que no te diré―me eleva la barbilla con su dedo.

―¿Te asesinaré si me dices?

―Tal vez, pero yo te detendría―esboza una sonrisa coqueta seguida de un guiño de ojo.

Sujeta mis manos entre las suyas y tira de mí hacía la maleza. En ese instante una imagen pasa por mis ojos y me detengo en seco, mientras el recuerdo oscuro atormenta mi mente...

Una flecha en mi mano, atravesada en el pecho de un hechicero, un hombre...

Todo había ocurrido demasiado rápido.

Él estaba a punto de asesinar a Monique...

Yo trataba de averiguar cómo salvarla, no podía dejar que me la arrebataran de nuevo. Yo sólo estaba pensando en salvarla, lo hice.

Y mataste a un hombre en el acto...

Parpadeo tratando de ordenar las ideas en mi cabeza. Algo comenzaba a crecer dentro de mí, extendiéndose por mis brazos hasta dejar una sensación de frío en mi pecho.

―Asesiné a alguien.

Todo rastro de felicidad desaparece en el rostro de Alex

―¿Qué?―susurra―. ¿De qué hablas?

―Asesiné a un hechicero el día en que yo...―trago con dificultad, sin querer pronunciar la palabra―. Morí...Monique...estaba sobre mí, él quería atravesarla con un cuchillo, así que tomé una de mis flechas...y le atravesé el pecho―mi mirada estaba fija en un punto de la maleza.

Aquello sólo me había puesto a pensar en que, de haber muerto, me habría ido al infierno de todas formas. Alex no dijo ni una sola palabra, no lo culpo, soy una asesina. Pero yo quería seguir, quería decirlo todo, al menos eso calmaría un poco el remordimiento, aunque el recuerdo y la culpa me siguieran por toda la eternidad.

Demons| TC2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora