Capítulo 43: Trampas y tentaciones

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Alexander Pearson

Después de que James y Scord nos dieran una detallada explicación sobre lo que sucedió con los reinos de Adannise y Mithios, lo único que pude hacer fue imaginarme a James con una sonrisa de maniaco desintegrando ambos territorios. Los grandes castillos convirtiéndose en polvo y los gritos de todas esas criaturas desvaneciéndose me rodeaban, y por más que quería dejar de pensar en eso, todas las mentes a mi alrededor estaban atrapadas por las mismas imágenes.

—¿Y los padres de Pryscilla?

—En millones de partículas esparciadas por el universo—responde James, mirando a su alrededor.

Me sentí como todo un idiota cuando yo hice lo mismo, como si en algún rincón hubiera un trozo del rey de Adannise.

—¡Wow, me acabo de imaginar eso y ha sido increíble!—el grito de emoción de Adelí me sobresalta.

Sentí una arcada. Si aún fuera humano, tanta sangre y destrucción me hubieran hecho vomitar. Aunque ahora, por una parte agradecía que mi mente pudiera distraerse de la situación actual, esconder una de mis grandes preocupaciones.

—Lo fue—concuerda James, y deja el mapa ya enrrollado encima de la mesa—. Es hora de irnos.

Cuando me vuelvo hacia Adelí veo que ésta ya no está, me sentí algo decepcionado al pensar en que pude haberle dicho algún mal chiste o una despedida graciosa antes de que se fuera, pero cuando miro por la ventana ella yace corriendo por el bosque.

—Diviertete hermanito—Zack me golpea en el hombro.

Sabía exactamente a qué tipo de diversión se refería, y aquello me hizo lanzarle una mirada asesina mientras Rihanna besaba mi mejilla.

—Tengan cuidado—le digo, sintiendo un nudo en la garganta—. Que Zack no haga que lo maten.

—No te preocupes, siempre estoy para cuidarle la espalda—roda los ojos.

—Lo sé—le sonrío como puedo y los observo salir de la biblioteca dándose empujones.

Una vez a solas, James se me acerca.

—¿Qué has hecho con Adelí?—me pregunta, ligeramente desconcertado.

—¿De qué hablas?—arqueo una ceja.

—Es amable—dice, como asustado—. No es la misma cruel y fastidiosa hija del alcalde.

—¿Y eso es malo?—digo entre risas.

—Malo no. Preocupante—y sin decir nada más, salió de la casa.

Me dije que en cuanto volvieran le preguntaría si había sido una broma, pero algo me decía que no era así.

De acuerdo, debo admitir que tiene razón. En estos últimos meses Adelí es una persona distinta, con más control sobre sí misma, aunque no deje de ser mala y grosera, se notan sus intenciones de ayudarnos. Antes no me había preocupado por eso, ya que pensaba que la única razón por la que estaba de nuestro lado era para matar a la ex amante de su odiado padre, pero ahora dudo que ese sea el único motivo.

Me pregunto por qué le preocupa a James Black el comportamiento de Adelí.

—Yo también me preocuparía—escucho decir a una voz por detrás de mí.

Pongo los ojos en blanco con fastidio y dejo caer mis hombros. Me recargo en la mesa y miro el suelo, sintiendo como el enfado cae sobre mis hombros.

—Despertaste—suelto un bufido, irritado—. Y ahora vienes a molestar.

—Y dormí como un angel—dice—. Pero esperaba verte a mi lado cuando despertara—sus tacones resuenan en el suelo de madera.

Demons| TC2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora