Capítulo 26: Ignorantes

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Sarah Cooper

Dolor.

Existen distintos tipos de dolor, así como diversas maneras de experimentarlo. Pero ninguno de ellos se asemeja con el dolor de perder a alguien que amas.

Lo sé, porque lo he vivido. He perdido a casi toda mi familia, mi padre, mi madre y mi hermana Emmily, las personas que más amaba en todo el mundo, murieron por culpa de un hechicero milenario que buscaba la extinción de los vampiros.

Y justo cuando crees que ya no se puede perder mas en esta vida, conoces a esa persona que te hace sentir especial y con la que estas seguro de querer pasar el resto de tu vida, porque sabes que esa persona jamas te dejará solo. Que estará contigo en todo momento...que jamás la perderás.

¿Pero qué pasa cuando te das cuenta de que todo no era más que un sueño inalcanzable?

Que esa persona no es realmente para ti, y que hay alguien más esperando a pasar los momentos mas fáciles de su vida junto a él. Momentos que deberían ser tuyos.

¿Qué sucede cuando incluso pierdes a esa persona?...Que la pierdes porque llega alguien más, ese alguien que sí le corresponde. Ese alguien que forma parte de su destino...

Todo cae.

—Sarah, todo esto no es más que un error, confía en mí...lo solucionaremos.

No me molesto en mirar a la rubia a mi lado. En otros momentos hubiese estado encantada de poder acurrucarme entre sus brazos y tener su apoyo de mejor amiga.

Rihanna Pearson no era una persona de mucho cariño, pero sí que luchaba por aquellos pocos que le importaban. Sin embargo, en este momento no son sus brazos los que necesito, sino los de otra persona...Pero ahora sé que esos brazos no están hechos para mí, y que yo no soy la persona que debe estar en ellos...

—Averiguaremos quien es esa chica—continúa hablando Rihanna.

—No interesa quien es, voy a ir allí y arrancarle su bonito cabello de un tirón—interviene Monique, quien no había dejado de escupir insultos al vacío sobre la nueva vampiro entre nosotros.

—Su nombre es Dalia Wesley—digo, con la voz fría y la mirada clavada en la nada—. Y es la Selecta de Alex.

No espero a que nadie responda y me echo a correr hacia el segundo piso, cuando estoy frente a la habitación de Alex, me detengo antes de tocar el picaporte que Richard se ha encargado de reemplazar. (Ya que rompí el otro) y camino hacia la habitación de al lado.

Me adentro a mi habitación y corro hacia la cama. Arrugo las sabanas entre mis manos para tratar de desahogarme y gruño cuando las lágrimas no salen de mis ojos, grito sin importar que Pryscilla o Scord me escuchen, porque es lo único que puedo hacer para desahogar el mar de emociones que me atacan en este momento.

Todo era dolor y sufrimiento, una terrible perdida.

Perdí a Alex. Lo perdí para siempre.

Y ni siquiera podía llorar para sopesarlo.

En ese momento escucho que la puerta principal se abre y ni siquiera me da tiempo para asimilar la sensación de su llegada cuando cruza la puerta.

Sus ojos me examinan el rostro y veo que cierra la puerta a sus espaldas. Yo no me muevo de mi lugar y espero a que hable.

—Sarah...te estaba buscando, no te vi después de que Dal...

—Sí, lo sé—le corto porque no creo tolerar que diga su nombre en voz alta—. No me sentía muy bien, necesitaba estar sola.

Demons| TC2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora