Capítulo 64: Navidad

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Sarah Cooper

La vida, es un laberinto de emociones y decisiones. Caídas y barreras. Personas y obstáculos.

Una salida. Un millón de decisiones y razones para llegar a ella.

Algunos vivimos creyendo que nuestros pasos ya han sido dados, pensando en el futuro como algo escrito y sin alternativa. El pasado afecta a tu presente, y es el pasado el que ayuda a forjar el futuro, pero tú eres quien decide qué tiene más efecto sobre tu destino: Quien eres ahora, o quien fuiste.

Las decisiones influyen en tu vida y la de las personas que te rodean, y cada decisión tiene una razón en particular. Un sacrificio, una estupidez o un acto egoísta.

Es curioso, todo lo que hay que aprender para darle vuelta a la página y avanzar. Tener que confiar para darle la mano a alguien, y dejar que te ayude a levantarte cada vez que caes. Aceptar que no importa qué tan destruído esté todo a tu alrededor, el amor es lo único que seguirá intacto.

Puede acabarse el mundo, pero el amor siempre pervalece.

Cuesta creerlo, pero es cierto. El amor puede vencer guerras, ser más alto que cualquier rascacielos, y más fuerte que la maldición más poderosa de todas.

-¡Qué hermoso!

A mi lado, Dalia me mira con ojos tiernos y las manos entrelazadas debajo de su barbilla.

-Es una presumida-bufa Alex, pasando el brazo por encima de mis hombros.

-Y tú eres tan romántico-le escupe con sorna.

-Te sorprendería-me mofo, y Alex me fulmina con la mirada.

Alex puede llegar a ser tan sensible como una taza de porcelana cuando quiere, que siempre decida usar su ego en vez de su dulce corazón es otra cosa.

-¿Saben? Que puedan hablar telepáticamente no significa que ya no tengan que decir palabras en voz alta, algún día de estos se olvidarán de como hablar-nos dice Monique.

-Relajate Monique, sólo ayudamos a Dalia a practicar-le digo.

-Sí claro, hace un mes sólo eran palabras, ahora conversan mentalmente-se queja-. Hacen que me sienta fuera de lugar.

-¿Tu padre vendrá?-le pregunto, tratando de evitar una patética discusión.

-¿Y estar sentado en la misma mesa que un monton de abominables criaturas?-ríe-. Hace una semana tuvo otra recaída, iba a escribirme una carta antes de intentar suicidarse...-pasa la lengua por sus dientes-. Como sea no importa, pasé demasiadas navidades sin él...puedo soportar una más-se encoge en el asiento.

-No es verdad, sí que te importa-comenta Alex.

-¡Agh, maldito lector de mentes metiche!-le gruñe.

-Ser un selecto a toda potencia requiere de años de experiencia...No todos corrieron la suerte de Alex al ser instruido por mi Elizabeth-James aparece de la nada, y se echa en el mueble al lado de nosotros-. De hecho, Elízabeth nunca quiso enseñarle a nadie...-se vuelve para mirarlo con ojos entrecerrados- ¿Acaso ocurrió algo entre ustedes de lo que no me haya enterado?

Enarco una ceja, a la vez que todos nos volvemos para mirar a Alex, que se recarga en el posabrazos del mueble.

-Sí James, me tiré a tu novia...¿Algo así quieres escuchar?-jadea-. Puedes estar tranquilo, me daba demasiado miedo como para estar a menos de un metro de ella y sabes que Elízabeth nunca te habría engañado-asegura-. Además, desde entonces ya conocía a Sarah, y nuestra conexión impedía que me gustara alguien más ¿Recuerdas?-pone los ojos en blanco, evitando todas las miradas.

Demons| TC2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora