Capítulo 45: Adivina quién manda ahora

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Alex Pearson

Lo que más detestaba de todo esto no era el hecho de que cuatro asquerosos oscuros, que encima ni siquiera conozco, estuvieran tocándome y tratando de evitar que me abalanzara sobre el imbécil frente a mí. Sino que era el mismo Carter Blake, quien creía que iba a matarme.

-Te crees el chico con más suerte en el mundo, cuando tu vida es una mierda miserable llena de muerte y desastres que no puedes evitar-ríe macabramente-. Tal vez quieras admitir algo antes de morir.

-Que te odio.

-Muy bien-arruga la nariz en una mueca de enfado-. Me aseguraré de que nadie recuerde quien eras.

-Tsalia acabará contigo en cuanto sepa que me mataste-le advierto, no porque le tenga miedo, sino porque al fin y al cabo, es la verdad.

-Valdrá la pena-sonríe-. Además, le llevaré de regreso su peón perfecto.

Pude ver su sonrisa lasciva cuando miró a Sarah, a quien pude escuchar que estaba luchando todavía contra Nessa.

Me sacudo en sus brazos sin dejar de devorarlo con mis brillantes ojos azules. Nunca antes desee la muerte de alguien como hasta ahora.

Pero entonces él elevo la daga, y entonces yo no pude seguir pensando en las maneras que había de matarlo.

En mi cabeza veía una imagen de mi familia, mis hermanos y yo abrazados a mi madre. Luego vi a Sarah, con sus enormes ojos marrones llenos de curiosidad, y aquella sonrisa que tanto anhelé ver una vez más. Y ahora nunca iba a poder hacerlo.

En el último momento, decidí que si al menos iba a morir de aquella forma, lo haría viéndolo a los ojos, que recordara que necesitó de cuatro vampiros despiadados para detenerme.

Y entonces escuché el crujido de un corazón siendo atravesado. Sin embargo la daga apenas y había avanzado un centímetro hacia mí.

Los ojos de Carter estaban abiertos como platos, y la daga cayó de repente al suelo. Un silencio sepulcral había tomado el lugar de los gritos de la batalla, y todos prestaban atención a Carter, que a continuación condujo sus ojos hacia su pecho, al igual que sus manos. Se tambaleó un poco, lo que me dio permiso de ver a una chica pegada a sus espaldas, con unos brillantes ojos verdes clavados en él, al igual que la espada en su mano.

Pryscilla.

Parpadeo esperando a que desaparezca y que en realidad yo ya esté muerto y todo esto sólo sea una alucinación. Pero ella en realidad estaba ahí, gruñendole al oído mientras él no dejaba de soltar jadeos.

Sólo que Pryscilla ya no estaba sumida en un trance provocado por Carter. No. Ella estaba muy consciente, y echa una furia.

-Atacar por la espalda...-la voz de Carter era débil y entrecortada-. Atacar por la espalda es de cobardes.

¿Lo decía en serio? ¿El sujeto que iba a matarme mientras un montón de vampiros me sujetaban?

-Pues entonces mirame-le gruñe Pryscilla.

Suelta la espada un momento para girar la cabeza de Carter en su dirección. Hago una mueca al escuchar otro crujido, probablemente el de su garganta rompiéndose, para luego ver como Pryscilla suelta un grito aturdidor mientras entierra la espada despiadadamente y ésta lo atraviesa por completo, haciendo que su corazón se quede clavado en la punta y ahora pueda verlo por encima de mí.

El corazón de Carter se convierte en piedra al instante, al igual que su cuerpo entero para luego caer en cenizas.

Pryscilla queda con la espada en sus manos, su cuerpo vibraba de furia y su mirada era fiera.

Demons| TC2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora