Capítulo 6: Perdiendo el control

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Pasé medio día tumbada en la cama observando a Alex leer un libro del cual desconocía el título. La verdad era que estaba tan tranquila y en paz tanto conmigo misma como con todo lo demás, que ninguno de los dos necesitaba hablar, nos limitamos a escuchar el silencio y a mirarnos de vez en cuando, algunas veces él sonreía, esa sonrisa traviesa que sólo era para mí.

Recuerdo la primera vez que vi esa sonrisa, aquella que me había causado una curiosidad inimaginable en ese entonces, recuerdo haber estado empeñada a permanecer con Alex fuese lo que fuese. Realmente hasta ahora no he sabido el porqué de aquella conexión que tuvimos desde el instante en que nos conocimos, y él tampoco se ha molestado en averiguarla, supongo que no es necesario, nos tenemos el uno al otro y eso es lo único que importa.

Aun así no puedo dejar de pensar en todo lo sucedido, trataba con todas mis fuerzas de alejar todas aquellas imágenes de la rebelión, mi infierno personal y lo que ahora...soy. Me odiaba a mí misma, odiaba en lo que me había convertido y sabía que habría un momento en que no podría seguir soportándolo. Por ahora Alex, es lo único que me mantiene con los pies en la tierra, lo único que evita que piense en todo aquello que me convierte en lo que no quiero ser.

¿Pero alguna vez podré superarlo?

¿Mi propia muerte?

Porque eso es lo que pasa, estoy muerta, sin un atisbo de vida. Es como si deambulara en busca de algo de lo que alimentarme, algo que romper o de lo que correr.

¿Alguna vez aceptaré lo que soy?

¿Un...Vampiro?

Tan sólo pensar en la idea me causa un nudo en la garganta, una sequedad, es como si una pequeña llama se hubiese encendido dentro.

Pero el dolor no se detiene, como supuse que pasaría, en vez de eso empeora volviéndose ahora punzadas constantes. Tuve que incorporarme, clavando los dedos en el edredón que cubre la cama. Ni siquiera puedo intentar tragar saliva, mi boca está totalmente seca, suelto un gruñido que brota de mi garganta áspera y siento como mis colmillos se clavan en mi labio inferior.

―Sarah, ¿Te encuentras bien?

Alex se encuentra a mi lado, su mano sobre mi espalda, pero aun así cuidadoso, como si cualquiera acto que cometiera pudiese empeorar la situación.

―No―había sido una especie de suspiro de mi parte, mi garganta estaba ardiendo.

Aparto a Alex de mi lado con una fuerza descomunal, este choca contra la pared, estrellándose en el enorme cuadro que cuelga de esta. Cuando me levanto para pedirle disculpas doy un paso y llego hasta la puerta de la habitación, aún no sabía controlar mi velocidad y en ese momento mucho menos.

Alex se incorpora de nuevo y camina en mi dirección, sigiloso, observándome con una mirada llena de preocupación.

―Sarah...Sarah tranquila.

―¿Cómo quieres que me tranquilice?―digo con desesperación, apretando el pómulo de la puerta con mi mano.

La mirada de Alex viaja hasta él y me doy cuenta de que lo he abollado, sólo bastaba con moverlo con el meñique para que se zafara, ahora era una pieza de metal deforme.

―¿Qué está pasándome?

―Sarah escucha...―da un paso hacia mí, elevando sus manos frente a él―. Concéntrate en mi voz...Sólo en mi voz...

―¡No puedo hacerlo!―exclamo quebrando completamente el picaporte, ahora este se encuentra en mi mano como si fuese una simple bola de papel.

―Sarah todo estará bien...

Demons| TC2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora