Demons| TC2

Capítulo 11: Declaración de Guerra

Adelí Mathews

En cuanto salgo de la camioneta me cercioro de colocarle el seguro, no confío mucho en este pueblo como para dejar a mi bebé desprotegida.
Camino por el sigiloso bosque siguiendo el sendero, si es que todavía se le puede llamar así, este ahora está cubierto de hojas de los árboles y apenas se logra distinguir entre la maleza. Cualquier humano que intentara seguirlo terminaría perdiéndose en el bosque...y luego lo devorarían una de las míticas criaturas sobrenaturales que abundan en Mellow Ville.

Aun así sólo hizo falta un poco de mi vista de halcón para poder saber que me encontraba en el camino correcto.

—¿Segura de que es por aquí?—y la paz acabó.

Irritada, me vuelvo a hacia la rubia.

—Sí, lo es—respondo cortante.

—¿En serio?—arquea una ceja—. No te ofendas pero...esto no luce como una guarida de bruja legendaria o algo parecido—dice, paseando su mirada grisácea por el bosque.

Entorno los ojos, esta chica no hace más que exasperarme, en serio, si quiero un mal día sólo basta con mirarla y listo. Su presencia es una perfecta excusa para tratar de suicidarme...aunque la tortura es que ni siquiera eso me es posible.

Avanzo un par de pasos más hasta llegar a un tronco caído.

—Detente—le digo.

La prostituta, extrañamente hizo caso, creí que tendría que repetírselo al menos un trillón de veces para que entendiera su cabeza de rubia oxigenada.

—¿Y a qué hora llega la anciana?—vuelve a hablar.

—Aguarda, ya casi está aquí—decido contestarle porque no quiero escuchar su voz preguntándome lo mismo cada cinco minutos.

A pesar de la poca convivencia que he tenido con Rihanna Pearson―Cosa de la que no me quejo para nada―. Me he dado cuenta de que no tiene ni una gota de paciencia en su interior, en serio le cuesta incluso esperar en la cola para la biblioteca escolar, y eso que ya nadie pide libros allí. Además de que dedica su existencia a ser un grano enorme en mi trasero, molestándome por aquí y por allá...Me extraña que aún sigan preguntándome por qué quiero asesinarla.

Un ruido por detrás logra sacarme de mis pensamientos, me giro rápidamente encarando a Tsalia Morengei. Trae puesto un vestido al estilo hindú que le llega hasta los talones, con una apertura en el muslo, dejando ver sus largas piernas de adulta joven.

Los siglos que se esconden allí...

—Les agradezco su puntualidad señoritas—habla con su voz cantarina—. Me alegra que hayan venido, pero no veo que traigan consigo lo que pedí—su cara no muestra ningún rastro de felicidad, más bien parece indignada.

Perfecto.

—Es exactamente por eso que hemos venido—le digo—. No hay trato, no te daremos a Alex ni a Sarah.

Tsalia aprieta sus labios hasta formar una sola línea. No contaba con esa respuesta, pero como siempre, me gusta impresionar.

—Entonces supongo que son conscientes de lo que tendré que hacerle a sus amigos—dice amenazante.

—De hecho no les harás nada—interviene Rihanna—. Nos los llevaremos, sanos y salvos.

La bruja suelta una carcajada.

—¿Y esperan que yo se los entregue así de fácil?

Doy un paso hacia ella y esbozo una sonrisa de suficiencia.