Capítulo 4: La ira comienza a crecer

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―¿Aún sabes conducir?

―Morí Alex, no tuve un golpe de amnesia―digo con ligera molestia e indignación.

A mi lado, el chico esboza su típica sonrisa de diversión mientras abre la ventana del copiloto, yo por mi parte, me encargo de colocar las llaves y arrancar.

―¿A dónde vamos?―digo, tratando de tragarme mi repentino y aún extraño enojo.

―¿A dónde quieres ir tú?―se cruza de brazos observándome con atención.

―Creí que tendrías planes―ahora sí estaba molesta.

―Oh, los tengo, y uno de ellos es que disfrutes tu iniciación al máximo―se apresura a decir, como si estuviera consciente de mi mal humor―. Tienes un coche nuevo, la carretera vacía y ningún pasajero que pueda morir, ahora dime ¿Qué quieres hacer?

Me detengo a pensarlo un poco, aunque sé exactamente a lo que se refiere, dudo el hacerle caso. La máxima velocidad a la que había conducido eran sesenta kilómetros, pero ahora, ni de chiste iría a esa velocidad.

Así que opté por dejar de pensar y comenzar mi recorrido mientras el medidor del kilometraje aumentaba en fracciones de segundos. Pero incluso segundos después, la velocidad a mi alrededor no se sentía del todo rápida, todavía podía apreciar con detalle los arboles que pasaban a mi lado, alejándose uno a uno, y yo sólo quería ir aún más rápido...

Cien...ciento veinte...

Y la pequeña manecilla seguía, no tenía idea de cuantos kilómetros nos habíamos alejado de la mansión, pero no importaba, después de todo aun así no podía salir de Mellow Ville debido al estupido hechizo.

Aún no había hablado con Alex sobre ello, ¿Habrán pensado ya en derribarlo?...¿O es que ahora que soy una neonata ya no tienen prisa de alejarnos del resto de la humanidad?

Llevo mi mirada hasta el colgante que Adelí me obsequió, analizo los copos de nieve detalladamente, pero algo en ello me causa repulsión, una ira indescriptible, quería tomar aquello y arrojarlo lejos, quería deshacerme de él ahora...

―Detente―la voz de Alex hizo eco en mi cabeza, mi vista aún permanecía en el adorno―. ¡Sarah detente!―dijo esta vez más fuerte colocando su mano sobre la mía en la palanca, provovando que frebafa de golpe derrapando en círculos.

El humo a nuestro alrededor comienza a formar una barrera que poco a poco se extiende por el aire hasta desaparecer. Trato de tranquilizarme, pero era inútil, el colgante seguía allí, no podía estar tranquila, ni siquiera sabía si estaba bien.

―Sarah―Alex me llama impaciente, logrando llamar mi atención―. ¿Qué fue lo que sucedió adentro con Adelí?

Sus palabras me dejan sin habla, en cuanto dice eso, no logro emitir sonido alguno. Hasta ahora no le había mencionado nada al respecto, ni siquiera estaba segura si yo misma me había tomado el tiempo de pensar en ello, y el que él lo supiera, definitivamente era extraño.

―¿Cómo lo...

―En cuanto la abrazaste, tú...te pusiste demasiado tensa y yo...pude sentir...creo que pude sentir lo que sentías tú...―dice interrumpiendo mis palabras

―¿Cómo es eso posible?―digo más molesta que sorprendida, eso era algo tanto bueno como malo, me preocupaba que, en un futuro, Alex pudiera oír mis pensamientos o algo por el estilo. Necesitaba mi privacidad y no la tendría con alguien dentro de mi cabeza.

―Yo no lo sé...Sarah...Dime que sentiste...―insiste de nuevo.

―Yo...―titubeo―. Fue extraño, tuve una rara sensación, una especie de mala vibra sólo que...en el momento en que sentí a Adelí cerca era como si todos mis sentimientos se transformaran en ira, por Dios yo estaba tan furiosa y lo peor es que ni siquiera sé la razón―lo miro―. ¿Qué fue lo que sentiste tú?

Demons| TC2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora