16. Rojo y rosa (maratón 3/3)

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Una vez que en tu interior ha despertado algo tan fuerte por alguien ya no hay manera de verlo parar de crecer. Y eso es un viaje tan emocionante que ni tú mismo querrás detener.


Jamás le había parecido tan inevitable sonreír como en ese momento. Normani sabía que Ally venía detrás de ella justo cuando entraba a la cocina, pero se sentía emocionada, y tal vez tener tan cerca a la chica simplemente le provocaba eso. No quería tener el control.

—Eh, ¿por qué sonríen tanto?—Pat estaba cortando el pie cuando levantó la vista y las vio entrar—. ¿Qué tanto ocurrió arriba para que estén así?

Ally se aclaró la garganta, tratando de controlar el rubor de sus mejillas. Su mamá la miraba atentamente y ella trataba de decirle con la mirada que dejara lo que sea que estuviera pensando. Y como por arte magia lo hizo pero eso no logró desaparecer la sonrisa de la mujer en el rostro.

—Venga ya, he cortado el pie de fresa y no creo que quieran dejarlo sobre la mesa y que las hormigas se lo coman—Pat bromeo poniendo  dos platos con el postre en frente de las sillas—. Espero que te quedes a probarlo Normani, ya he dicho que Ally lo ha preparado porque venías.

Era imposible que Ally controlara el rubor que iba creciendo en sus mejillas, tampoco podía ocultarlo a menos que se pusiera una bolsa de papel en el rostro y le hiciera dos agujeros en el frente para poder. «Eso sería demasiado ridículo» pensó Ally.

—Bueno, uh... Sí, lo he preparado porque se me ocurrió que sería una excelente idea—Ally rascó la parte trasera de su cuello—. Espero que realmente te guste, me he demorado en hacerlo a la perfección.

—Se ha demorado tanto, que mira cómo te ha recibido. Ropa elegante como siempre Allyson, eso no puede fallar—escucharon reír a Normani, mientras se iba acercado a la mesa. Ally miraba suplicante a su mamá, solo estaba haciéndola pasar vergüenzas.

—Ya me he disculpado por eso mamá.

—Esta bien, no hay problema con eso—Normani sonrió y se inclinó a un costado para hablarle Ally en susurros—. Me quedo. Además me gustan las fresas, y ya te dije que mi color favorito es el rosa.

Ally se quedó un momento mirándola con confusión, observó el postre y no tenía ningún problema con la vista, el color de las fresas era rojo. Rojo. Un rojo casi tan vivo como la sangre pero de un tono más oscuro. ¿Dónde entraba el rosa en esa categoría? Ally sabía mucho de colores, pero a menos que Normani también supiera tanto, no había manera común de explicar en donde entraba el rosa.

—Pero las fresas son rojas...—se atrevió a decirle Ally.

—Lo sé, pero el rojo de las fresas era idéntico al de tus mejillas y me gusta. El rosa no tenía nada que ver—Normani sonrió—. Mal cumplido, lo sé. No se me ocurrió nada ocurrente que decirte.

El calor invadió el rostro entero de Ally y bajó el rostro tímidamente al darse cuenta que Normani quería hacerle un cumplido. Pero la sonrisa no se iba de sus labios. No podía evitarlo.

Pronto Normani confirmaría que el color rosa también le seguía gustando mucho más.

• • •

Nuevamente el jardín de la familia Hernandez aparecía frente así vista. Normani suspiró cuando se dio cuenta de que el cielo ya tenía un tono oscuro en él. La había pasado increíble, tenía tanta calma en su interior que se preguntó seriamente si eso era posible.

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